El entorchado del CB Canarias, «el de TODA LA VIDA», en las web’s especializadas

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Iberostar Tenerife, campeón de la FIBA Intercontinental Cup (80-72)

Teodosic no pudo con la defensa local

por Javi Martín de la Guardia

Una final más. Así, tal cual, como quien lava. La cuarta en tres años. Y no, no es el Madrid o el Barça. Siquiera Baskonia, Valencia o Unicaja de Málaga. Es el modesto Iberostar Tenerife. Lo que antes era el humilde CB Canarias. En un modo de crecimiento exponencial que le ha llevado a estas cotas tan altas, se codea ahora aquel club del barrio de San Benito con farolitos y alfombras rojas, hospeda torneos de la FIBA, levanta copas. Hoy, en ese andar constante hacia la cumbre, enfrenta el partido decisivo de la Copa Intercontinental. Delante, nada más y nada menos que Aleksander DjordjevicMilos Teodosic. Casi nada. Gente acostumbrada a levantar trofeos, a lucir ante las cámaras, así, como el que lava.

Y en esas, que se enfrentan en esta renovada Copa Intercontinental los del crecimiento constante desde la nada, después de la reconstrucción forzada, los ascensos consecutivos y la presencia en la élite ya casi acostumbrada, contra toda una institución: la V más famosa del Pallacanestro, la de la Virtus de Bolonia italiana. Y como buena final que se precie, nervios y mucha defensa para cuatro primeros ataques sin acierto, hasta que Markovic hiciera la primera canasta, picando el tercer minuto de juego. Le costaba entrar en partido al ataque canario. Unas cuantas posesiones después llegaba la primera cesta local, una penetración de Sasu Salin. Esto era una final. No había tiempo para farolitos. 7-4 era el parcial de los primeros seis minutos. Los caminos del crecimiento, que se ve que son inescrutables. Se hacía grande, eso sí, la defensa canarista. Lundberg lo empataba desde el solitario y el faro de Gio le daba la primera ventaja con un 2+1 al hospedador. Ahora eran los italianos los que lo veían todo tan negro como sus camisetas. Cerraba el cuarto el danés extraviado con una penetración suya de las de toda su vida, para dejar la primera pausa en 11-16 y con un 9-0 de parcial final.

Cortaba  por fin el parcial en contra la Virtus, pero no el poderío físico de la defensa de amarillo y negro, que todo lo colapsaba. Y ahí Konate siempre tiene mucho que decir, que aportar, que asfixiar. Su intensidad no es negociable, sus manos, un verdadero disgusto para su par. Contagiándolo todo desde atrás, Sasu Salin culminaba el buen trabajo del francés con un triple que abría las primeras hemorragias en Italia: 17-27 para el equipo que ejercía hoy de visitante en su casa. La pareja mágica del Canarias entraba en escena y eso lo notaba el marcador: +12 a tres de la pausa. Reaccionaban apenas los de Bolonia con la versión más atacante de Stefan Markovic, pero para casi nada les daba. Una canasta sobre la bocina de Shermadini dejaba la pausa larga en 32-42, con esa facilidad de las cosas rutinarias.

Gio Shermadini, otra vez vital para su equipo

La vuelta de las cabinas traía ritmo ofensivo al partido. Que si dos triples de Huertas, otro de Teodosic, un 2+1 de Gamble para un 6-6 de parcial en poco más de un minuto. Aquello era por momentos un duelo entre el serbio y el brasileño, para deleite de todo buen aficionado. Las delicatesen son así. Lo intentaba la Virtus, pero hoy el Iberostar Tenerife estaba desmelenado, seguía evolucionando. Un robo y mate de Aaron White ponía la máxima en +15 (42-57 min. 25). El cuarto que se estaba marcando Marcelinho Huertas era ya para enmarcar. Quince puntos para sostener los arreos desde Bolonia. Casi que sólo con eso, ganaba su equipo el tercer parcial para llegar a la última pausa un 54-67, con todos los aires ya en la pura revancha.

Seguía luchando la Virtus de Bolonia. No se rendían los italianos. Los equipos de Djordjevic nunca lo hacen. Entre Gamble y Teodosic se ponían a 8. El serbio ya todo lo jugaba. No le quedaba otra a su escuadra. Subía líneas su defensa. Incomodaba al ataque canario, mientras Huertas se tomaba un respiro en la banca. Un triple de Ricci ajustaba todavía más la cosa: 64-69 min. 35. Se ponía aún más linda la final. Marble lo dejaba todo en una posesión. Hasta ahí. Seis puntos del color de los trofeos lo ponía todo de cara para el equipo que no deja de crecer: 67-76 a 2:36 del final. Y de repente, Giorgios Bogris. Tres rebotes ofensivos seguidos del griego que todo lo festeja le daban bolas extras a su equipo para tomarse una nueva copa. En el último minuto ya, el mago paulista redondeaba su partido estrella para consumar el desquite, la venganza, pero sobre todo para ganar un torneo más. Cuando se pose el polvo de todos estos años, miraremos atrás y la nostalgia nos hará de nuevo disfrutar. De una época más que dorada, en la que se jugaban finales o se levantaban trofeos como eso, como aquel que lava.

Don Marcelo Tieppo Huertas: para esto vino, para esto se le contrató. El mejor jugador por talento y trayectoria que haya jugado nunca con esta camiseta comienza a reportar todo lo que de él se esperara. Hoy, delante de otro de los de la clase infinita, 23 puntos con los que levantar un nuevo trofeo. Hoy no era partido para pasar el balón. Así son las estrellas. Hasta cinco triples y un tercer cuarto magistral para hacer vibrar a su afición. Simplemente MVP. Sencillamente, don Marcelo Tieppo Huertas.

No todo es Teodosic: hasta los 38 minutos se fue el genio serbio. Al final, no podía ya ni con su alma. Aún así, 15 puntos, 7 rebotes y  8 asistencias para sostener a los suyos ante todo el arsenal del Canarias. Pero nada o muy poco más. Sólo cosas intermedias de Marble, alguna de Gamble, desaparecido Hunter, lo mismo que Weems. Así, hasta para un equipo de Djordjevic se complica vencer. Hoy, Segafredo Virtus Bolonia fue mucho de Teodosic, pero no todo lo pudo ser.

Una muralla de costumbre ya: lo tiene inoculado en su adn. No se negocia. Se tiene o se tiene. Un entramado defensivo sobre el que construir títulos, levantar copas, que es de lo que se trata. Hoy, dejando en un 40% de acierto de campo a su rival, reboteando sin cesar, con Konate como estandarte de una muralla que es una auténtica incomodidad. Ni un tiro liberado, ni un pase donde lo quiera su rival. Esta es la manera en la que Iberostar Tenerife construye su época más dorada en el baloncesto nacional y hoy, intercontinental; con una muralla que es costumbre ya.

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¡¡Grande Iberostar Tenerife!! Campeón de la Copa Intercontinental por segunda vez