Liz Cambage: Gran jugadora, pésima deportista
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Ser una extraordinaria jugadora no significa ser una gran deportista. Por mucho que anotes en 30 minutos 33 puntos y captures 15 rebote, llevando a tu selección a la gran final del Mundial, jamás serás un ejemplo de deportividad cuando ofreces una actitud poco elegante y nada aconsejable para las niñas que te miran como un ejemplo a seguir.
Liz Cambage decepcionó en el Santiago Martín. Su comportamiento en pista al encararse con el público, con gestos poco elegantes, hacen que la MVP de este Mundial de Tenerife acabe convirtiéndose, por mucho oro o plata que consiga, es una persona mediocre, en una mala deportista.
Se equivocó, pero nadie de su selección le aconsejó que se olvidara de la grada. Porque cuando se salta al parquet hay que centrarse plenamente en su trabajo, sin preocuparle lo más mínimo si la hinchada del equipo anfitrión te pita por tu dureza o por tus desplantes y desconsideraciones.
A sus 27 años, con 203 centímetros de altura y con un poderío impresionante, Liz Cambage ha ensombrecido su condición de deportista, dejando de ser un referente. Alguien la comparó esta noche con Drazen Petrovic. En absoluto. El yugoslavo tenías mucha más clase, incluso para montar sus numeritos en canchas foráneas, como hizo en el Mundial 86, en su sede de Santa Cruz de Tenerife.
Uno de los árbitros le señaló una técnica por dedicarle gestos despectivos a la zona en la que se ubicaba la Peña San Benito. Sin embargo no fueron capaces, o no quisieron ver cómo la número 8 australiana la armaba al ser relevada.
Al final, cuando Australia disfrutaba de garantizarse la medalla de plata, Liz trató de conciliarse con el público. Pero ya era demasiado tarde. Había sido mucha la burla que hubo que soportar a quien no respetó a nadie en una noche mágica de baloncesto.
¿Como jugadora? una de las mejores, sin lugar a dudas. Ella eliminó a España en semifinales con sus 33 puntos y 15 rebotes, además de enviar al banquillo, con cinco faltas, a las pívots españolas Laura Nicholls y Astou Ndour. Es la reina de la «pintura» y lo ha demostrado en este Mundial.
Lamentó estar totalmente en desacuerdo con el artículo. Se presionó a la jugadora por ser «el enemigo nº1» mientras se fajaba con las interiores españolas de manera deportiva. Hasta ayer era la mejor en todos los sentidos, pero toca España y ¡a por ella oe oe!.
Ella como deportista inicialmente no hizo caso pero ante la persecución y enfrentamiento entre la grada y su persona no se achantó. ¿Se equivocó al incitar al público en varias ocasiones? Por supuesto ¿No es reprochable que un público vaya contra una deportista una vez concluidos los 40 minutos? Fue la MVP porque es la mejor y se le pitó. ¿Eso no es reprobable?
Si revisan el partido sólo dijo aquí estoy yo, sigan silbando y abucheando que a mí me da igual. Y así fue de un -8 a ponerse por delante en 4 ataques. Al acabar los 40 minutos trató de dejar esa crispación a un lado, como deportista que es y seguían los pitos.
Si esto se lo hacen en Australia a Ndour la historia se vería de otra forma.
La culpa de la derrota no es de la australiana, es del «juego» de España, que sólo funcionó cuando no jugaban sino hacían lo que les nacía.
Es tu opinión y la respeto. No la comparto. DE-POR-TI-VI-DAD. No es un ejemplo para las niñas que la estaban viendo. Ir por una autopista en sentido contrario es peligroso. Saludos
Totalmente de acuerdo contigo Agustín, la superioridad se demuestra en la cancha, y con acciones deportivas; aquí entran los arbitros para medir con el mismo rasero, cosa que no hicieron, bajo mi entender. El público tiene que ser, para el deportista, mudo; no oir lo que le increpan, y no tiene que ser despectivo, con desplantes, como hizo Liz. Gran jugadora, pero tambien le permiten todo!!…. si, cuanto tiempo campaba en la zona?, cuantas veces arrollaba?….en fin, no es como dices ejemplo a seguir, como puede ser Meesseman