El día en el que Dirk Nowitzki y Pau Gasol comenzaron a ser leyendas

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Hace 16 años también en Estambul y en un Eurobasket, Alemania y España lucharon por una medalla. Fue un duelo histórico que vio nacer a la mejor generación de la historia del baloncesto español y que encumbró a dos jugadores que hoy son leyendas: Dirk Nowitzki y Pau Gasol

 

Álvaro Paricio
 @Alvaropc23
ACB.COM

Como si fuera ayer uno recita de carrerilla… Pascal Roller, Marko Pesic, Ademola Okulaja, Dedmon Greene, Patrick Femerling y, sobre todo Dirk Nowitzki. Hubo una época era la que el buen aficionado podía recitar casi al completo a la selección alemana. Fue a comienzos de Siglo XXI cuando una mezcla de jugadores veteranos y emergentes jóvenes configuraron un bloque que, bajo el paraguas de la enorme calidad de Nowitzki, también brillaron jugadores como Demond Greene, Mithat Demirel, Stephen Arigbabu o Steffen Hamann. Todos ellos se hicieron familiares al oído español porque durante los primeros años de la generación del 80 se hicieron habituales los cruces en los diferentes torneos disputados. Con más victorias que derrotas no fue extraño que el camino de ambas selecciones se cruzara en los años donde germinó el brillante palmarés de la actual selección española… Y todo comenzó en Estambul.

Cuando Internet no dominaba el mundo y el seguimiento de los torneos se ajustaba a lo que se leía de la prensa, desde orillas del Bósforo comenzó a llegar noticias de un rubio y espigado jugador alemán que destacaba sobremanera. Sus actuaciones rozaban lo extraordinario con actuaciones que acostumbraron a superar la veintena y hasta la treintena de puntos. Recolocó a Alemania en situación de aspirante a medalla con una inusitada coordinación, velocidad en bote y maravillosa efectividad lanzadora dada su altura. Comenzó a ser característico su lanzamiento apoyo en una pierna que echaba atrás y así a punto estuvo de meter a Alemania en la final. Quedó en el camino porque en semifinales se cruzó con Turquía, su afición y su arbitraje. Lo tuvo en sus manos pero de ellas se lo arrebató Hidayet Turkoglu con una canasta final. Todavía quedaba pelear por el bronce

En el otro lado del cuadro, España llevaba a la lucha por la tercera plaza tras un duro caminar entre las espinas que le condujo un fatídico arbitraje pro en el que fue superando las trampas de Israel, la dureza de Rusia y donde sólo claudicó ante la mayor calidad y veteranía de Yugoslavia, a la postre campeona de aquel Eurobasket. Era un duelo ya de por sí con suficientes alicientes, pero en el que tener la posibilidad de ver cruzarse en duelo directo a Nowitzki con Pau Gasol lo encumbró a la categoría de clásico. “Fue un partido especial para mí; él ya era un jugador consolidado y reconocido al más alto nivel, fue el primer partido en el que nos enfrentamos y lo disfruté, pero tenía claro que ese partido era mucho más que jugar contra Nowitzki”, recordaba Pau en “Cuando fuimos los mejores” (Ediciones JC).

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FOTO: LACRÓNICA DEL MUNDO DEPORTIVO

Cuando Internet no dominaba el mundo y el seguimiento de los torneos se ajustaba a lo que se leía de la prensa, desde orillas del Bósforo comenzó a llegar noticias de un rubio y espigado jugador alemán que destacaba sobremanera. Sus actuaciones rozaban lo extraordinario con actuaciones que acostumbraron a superar la veintena y hasta la treintena de puntos. Recolocó a Alemania en situación de aspirante a medalla con una inusitada coordinación, velocidad en bote y maravillosa efectividad lanzadora dada su altura. Comenzó a ser característico su lanzamiento apoyo en una pierna que echaba atrás y así a punto estuvo de meter a Alemania en la final. Quedó en el camino porque en semifinales se cruzó con Turquía, su afición y su arbitraje. Lo tuvo en sus manos pero de ellas se lo arrebató Hidayet Turkoglu con una canasta final. Todavía quedaba pelear por el bronce

En el otro lado del cuadro, España llevaba a la lucha por la tercera plaza tras un duro caminar entre las espinas que le condujo un fatídico arbitraje pro en el que fue superando las trampas de Israel, la dureza de Rusia y donde sólo claudicó ante la mayor calidad y veteranía de Yugoslavia, a la postre campeona de aquel Eurobasket. Era un duelo ya de por sí con suficientes alicientes, pero en el que tener la posibilidad de ver cruzarse en duelo directo a Nowitzki con Pau Gasol lo encumbró a la categoría de clásico. “Fue un partido especial para mí; él ya era un jugador consolidado y reconocido al más alto nivel, fue el primer partido en el que nos enfrentamos y lo disfruté, pero tenía claro que ese partido era mucho más que jugar contra Nowitzki”, recordaba Pau en “Cuando fuimos los mejores” (Ediciones JC)

Aquel nueve de septiembre, Europa conoció a los que serían, junto a Tony Parker, los dominadores del baloncesto continental en los siguientes años. Uno y otro había liderado a sus equipos y destacado individualmente (Dirk fue el máximo anotador y Pau el máximo reboteador del torneo) y su duelo se esperaba con la certeza de que algo brillante esperaba a los ojos del espectador. Sin embargo, por más que uno pudiera tener esperanzas, el duelo deparó un espectáculo soberbio con dos de las mejores actuaciones individuales que se recuerdan en los últimos años, con dos jugadores asistiendo golpes directos a su rival y elevando el duelo por momentos a un estadio de sublime baloncesto. Y en medias de los dos Juan Carlos Navarro.

Ni alto ni rubio, pero igual o más talentoso que ellos, Navarro completó un partido magnífico, con una primorosa primera parte donde acabó con 18 puntos y donde terminó siendo fundamental con 27 puntos. “Fue un partido muy bonito, donde también destacó Juan Carlos Navarro que estuvo espléndido. Su problema es que en la pista había dos jugadores más como Dirk y Pau Gasol que lo elevan todo a un nivel superior. Fue un partido de baloncesto muy bonito, con jugadores que marcaron una época y que se han convertido en los mejores jugadores del baloncesto en Europa.”, recuerda Raül López, compañero de generación y protagonista de aquel duelo a tres bandas.

La historia recuerda los 43 puntos y 15 rebotes de Dirk Nowitzki para una y otra vez recortar la diferencia que Pau Gasol, con 31 puntos y 10 rebotes, construía, pero no debe dejar de lado al tercer mosquetero de aquella novela turca. Fue un partido poco habitual en cuanto a su trascurrir (acabó con 90 a 99) si se tiene en cuenta que en juego había una medalla, pero corrían nuevos tiempos en el baloncesto y emergía un nuevo estilo, más rápido y anotador para rebatir los postulados defensivos que aseguraban medallas. 

Durante muchos minutos la de bronce parecían ajustarse al cuello de los jugadores españoles (llegó a ir venciendo por una veintena puntos en la segunda parte), pero un último impulso de Alemania comprometió seriamente ese éxito. Tanto que, a falta de dos minutos, España sentía la acechante persecución de su rival y el marcador de 81 a 85 no hacía presagiar nada bueno. Fue entonces cuando Nacho Rodríguez apareció para recordar a toda aquella manada de jóvenes talentosos que la experiencia, en el baloncesto como en la vida, también tiene un gran valor. Ahí se alzó el base malagueño para, desde la esquina derecha del ataque español anotar una canasta cuando la posesión se agotaba. Fueron más que dos puntos, porque estos doblegaron finalmente la voluntad alemana en lo que fue el primer de muchos duelos que vinieron años después. Algunos saldados con derrota como en cuartos del mundial de 2002 o semifinales del Eurobasket de 2005, pero la mayoría finalizado con la sonrisa del ganador: 2006, 2007, 2008 2011 y la última, hace dos años, cuando la victoria de España en Berlín significó la despedida internacional de Nowitzki.

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Septiembre de 2001 fue el amanecer del éxito reciente del baloncesto español, pero también el de una nueva generación de jugadores que asombraron y dominaron el baloncesto continental y que hoy, 16 años después, aún hacen que el espectador se emocione. Quizá en Alemania el peligro no esté en un alto y rubio jugador, los tiempos cambian y el diablo teutón se viste de negro y tiene reducidas dimensiones, pero lo que no cambia es que enfrente tendrá a aquella portentosa pareja que forman Gasol y Navarro. Hoy como ayer, la medalla del Eurobasket pasa por Alemania.