Estados Unidos ha realizado más de cien ataques con drones en Somalia desde 2017, lo que supone que desde que llegó al poder el presidente Donald Trump esas operaciones se han triplicado, denunció este miércoles Amnistía Internacional (AI).

Los ataques estadounidenses en suelo somalí se incrementaron a partir del 30 de marzo de 2017, cuando Trump firmó una orden ejecutiva que declaraba el sur del país como "área de hostilidades activas", según un informe de investigación publicado por Amnistía.

Desde entonces, las fuerzas militares estadounidenses efectuaron 34 ataques en los últimos 9 meses de 2017, una cifra más alta que los realizados durante el segundo mandato del antecesor de Trump en la Casa Blanca, Barack Obama (2013-2017).

En 2018, esa cifra volvió a subir, y sumaron 47 los ataques con drones (aviones no tripulados), mientras que solo en los dos primeros meses de 2019 los estadounidenses han llevado a cabo 24 ataques de ese tipo.

Estas cifras sobrepasan asimismo los bombardeos estadounidenses en otros países como Libia o Yemen.

Según un general de brigada retirado de EE.UU. citado por AI, en la citada orden ejecutiva se empieza a considerar sospechoso a cualquier hombre adulto que viva en una localidad controlada por el grupo yihadista Al Shabab, lo que supondría la muerte ilegal de civiles, un crimen bajo el derecho internacional humanitario.

"Entre 2011 y marzo de 2017, los ataques aéreos eran infrecuentes. Las fuerzas aéreas estadounidenses normalmente solo los usaban contra "objetivos de gran valor" (terroristas) y estaban justificados inicialmente como parte de la guerra global contra Al Qaeda", explica la oenegé en el informe.

Además, la organización defensora de los derechos humanos reveló que 14 civiles fueron asesinados en solo 5 de estos más de 100 ataques estadounidenses, realizados en el sur del país, el área donde Al Shabab tiene más influencia.

"Los ataques parece que han violado el derecho humanitario internacional, y algunos podrían contar como crímenes de guerra", apunta AI.

Estados Unidos, que acomete este tipo de operaciones desde 2011 con la autorización del Gobierno de Somalia y la misión de la Unión Africana (Amisom), niega que ningún civil haya sido asesinado durante sus operaciones en Somalia.

"La cifra de civiles muertos que hemos descubierto solo en una muestra pequeña de los ataques sugiere que el velo de secretismo que rodea al papel de EE.UU. en la guerra de Somalia es realmente una cortina de humo para la impunidad", considera el asesor sénior para operaciones militares y armas de AI Brian Castner.

Esta investigación, titulada "La guerra oculta de EEUU en Somalia" y que contiene 150 entrevistas con testigos y expertos, análisis e imágenes satelitales, "contradice el mantra militar estadounidense de cero muertes de civiles en Somalia", apunta Castner.

"Para los somalís afectados por los ataques estadounidenses hay muy poca -o ninguna- probabilidad de conseguir justicia", denuncia AI, que pide al Gobierno de EE.UU. que investigue estas denuncias y lleve ante la justicia a los culpables de dichos crímenes.

Según datos del Pentágono obtenidos por Efe, durante los 47 bombardeos en Somalia del año pasado efectuados por fuerzas estadounidenses, tanto contra miembros de Al Shabab como de la organización terrorista Estado Islámico (EI), perdieron la vida 338 presuntos yihadistas.

El Ejército de EE.UU. coopera con el de Somalia y la Amisom, una misión de la Unión Africana (UA) aprobada por la ONU, en operaciones antiterroristas que incluyen la lucha contra los extremistas y la destrucción tanto de sus campos de entrenamiento como de sus infraestructuras.

Al Shabab, que se unió en 2012 a la red internacional de Al Qaeda, controla parte del territorio en el centro y el sur de Somalia.

Somalia vive en un estado de guerra y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, lo que dejó al país sin un gobierno efectivo y en manos de milicias radicales islámicas, señores de la guerra y bandas de delincuentes armados.