Hace unos años todo el mundo luchaba por ser doctor, abogado o ingeniero. Sin embargo, ahora lo que mueve el mundo son los miles de followers que los especialistas posean en las redes sociales y la cantidad de likes que tengan tus fotos.

Sí, la profesión más codiciada en estos últimos años es la de influencer y ahora, instituciones consagradas como la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) (España) ponen a disposición de los estudiantes un título universitario.

Se trata de un curso de seis meses de duración dirigido por la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada y organizado por la Escuela de Inteligencia Económica de la UAM y la Ibiza Fashion Week.

Los requisitos para acceder a esta formación es ser mayor de edad y no existe la necesidad de tener aprobada la Evaluación para el Acceso a la Universidad.

Ofrece tanto modalidad presencial como virtual classroom, para aquellos que no puedan acudir a las clases. Son 160 horas de lecciones sobre cómo gestionar el espacio en redes; sobre moda; tendencias y derivados. Temas de los que trata esta profesión que se ha puesto de moda en todo el mundo.

Algunos usuarios de redes sociales y alumnos universitarios han mostrado su malestar por este curso indicando que "la universidad debería ser un lugar de conocimiento y educación, no de formación de modelos vacíos de sabiduría".

Los influencers surgen de manera muy casual por la intención de promocionar productos a través de sus canales, ya sea Instagram, YouTube, Facebook o derivados.

Algunos los consideran marionetas de las agencias de publicidad y de las marcas, pues muchas veces mueven a más consumidores que la propia marca, ya que mucha gente se identifica con su figura y buscan tener lo que ellos poseen.

Bien es cierto que algunos no tienen ni siquiera la educación mínima requerida, pero otros, como la catalana Paula Gonu o Inés Arroyo, cuentan con su titulación universitaria en Publicidad y Relaciones Públicas y Empresariales, respectivamente.

La primera en llevar a cabo esta tarea fue la italiana Chiara Ferragni, quien también cuenta con un graduado en Derecho, por la Universidad de Milán (Italia). Conocida como la primera influencer, es la que más seguidores tiene a día de hoy dentro de este oficio, pues casi roza los 14 millones.

Fue la primera anónima en llegar al millón de seguidores y comenzó hace diez años con su blog The Blonde Salad. Hoy tiene su propia marca de ropa, caracterizada por el guiño de ojos azules, que se distribuye a través de las varias tiendas que posee.

Además, en la actualidad sigue con su blog, que ahora genera 8,6 millones de euros de beneficios al año y recibe 150.000 visitas diarias.

Es tan impresionante su caso, que la Universidad de Harvard (EE UU) lo ha incluido en los que analizan y la revista Forbes la ha incorporado en la lista de los 30 talentos menores de 30 años.

Ahora, además, ha incrementado su popularidad y la de su futuro marido, el rapero italiano Fedez, porque ambos exponen toda su relación en las redes sin olvidar a su hijo, Leone, de tan solo un año, que también es, gracias a sus audiencias y muestras en las redes, mundialmente conocido.

Esto levanta pasiones en Instagram, ya que son una pareja que se muestra tal y como es, sin aparentar y ni fingir nada, con las cosas más cotidianas y con las que la gente más se identifica.

El negocio de estos personajes ha ido aumentando año tras año. Según la agencia Brandmanic (agencia de influencers) y su Estudio sobre Marketing de Influencers en España 2018, se espera que en este año aumenten un 400% las campañas de mayor presupuesto con este tipo de colaboradores, solo en España.

Este negocio tan millennial facturó aproximadamente 13,7 millones de euros en nuestro país el año pasado. Así, no es de extrañar que una persona con 100.000 seguidores pueda cobrar por una foto unos 1.000 euros y para alguien con medio millón, esta cifra alcanza los 2.900 euros de media.

No son cifras seguras pues no hay tarifas fijadas, pero es la media que suelen pagar las marcas que se anuncien. Las españolas con más seguidores en este mercado son Cindy Kimberly, la chica que enamoró a Justin Bieber, y Dulceida, que se da baños de espuma en la ciudad con más sequía del mundo.

A pesar de todas estas buenas cantidades, las marcas deben tener en cuenta que no cualquier influencer puede anunciar sus productos, así lo afirma el blog de marketing digital 40 de Fiebre.

En él se explican las tres claves necesarias para elegir a uno. En primer lugar hay que tener en cuenta la capacidad de generar opiniones. Las dos siguientes pautas van muy unidas, por un lado hay que ver el potencial de audiencia que posee sobre una temática concreta y, por último, se debe valorar la implicación sobre ese asunto determinado.

La mayoría de las agencias dedicadas a la gestión de influencers respaldan estas tres cuestiones y afirman que, si se tienen en cuenta a la hora de elegir a quien representará la imagen del producto, puede aumentar mucho la confianza en la marca.

En resumen, ser influencer no es solo poner tu imagen con una marca, sino que tienes que tener capacidad de venta y convicción, y ahora deberán demostrarlo en la universidad.