El leopardo del Amur, la especie de grandes felinos más rara del planeta, ha recuperado parte de sus territorios ancestrales en la taiga del Pacífico ruso después de estar más de medio siglo al borde de la extinción.

"Ya en los años 60 del siglo pasado, un grupo de científicos soviéticos hizo una primera investigación en la que concluyó que sólo quedaban unos treinta leopardos del Amur en libertad", una cifra crítica por debajo de la cual es prácticamente imposible recuperar una especie, explica Ígor Chestin, director de WWF Rusia.

El frágil ecosistema del "fantasma moteado" -como le han puesto al felino los lugareños por su modo de vida nocturno y esquivo- no dejó de degradarse durante las siguientes décadas por los incendios forestales, la tala de árboles y otras actividades humanas.

Sólo hace diez años las autoridades rusas pusieron en marcha un programa para recuperar la especie, que incluyó la creación del parque nacional "Tierra de Leopardo" al sur de la ciudad de Vladivostok, en una estrecha franja de bosques montañosos entre el litoral del océano Pacífico y la frontera con China.

Las organizaciones ecologistas Leopardos del Extremo Oriente (LEO) y WWF Rusia reunieron esta semana a un reducido grupo de periodistas, entre ellos Efe, para presentar los resultados de una década de trabajo en el que cuentan con el respaldo de organismos públicos y grandes empresas.

"En la actualidad viven en la zona más de 90 leopardos adultos, incluidas 40 hembras en edad de reproducción, y al menos 21 crías. Esto garantiza que la población puede seguir creciendo en los próximos años", aseguró Elena Gángalo, directora general de LEO.

La repoblación ha sido tan exitosa que las 262.000 hectáreas del parque nacional se han quedado cortas, y los ecologistas ya buscan nuevos territorios anexos para ampliar los dominios del leopardo.

"Cada hembra cuenta con su propio territorio reproductivo en el parque. Cuando tienen descendencia, los machos deben buscar nuevos territorios, mientras que las hembras se alojan cerca de sus madres y crean nuevos núcleos reproductivos", explica Gángalo.

La frontera entre Rusia y China delimita el parque por el oeste, y de hecho los animales cruzan habitualmente al gigante asiático, aunque también se han visto algunos en la también vecina Corea del Norte.

China "tiene el mayor potencial para el crecimiento del territorio y la cooperación con los colegas chinos ha mejorado mucho en los últimos años", afirma Chestin.

"Los chinos tienen planes de hacer una reserva natural al otro lado de la frontera. Los felinos no entienden de fronteras y cruzan en todo momento de un país a otro", añade la responsable de LEO.

Pekín lleva a cabo un programa de reubicación de la población humana hacia otras zonas con mejores perspectivas económicas, porque en palabras de Chestin, "la región donde habita el leopardo en la parte china es depresiva y lo seguirá siendo".

Aunque como cuenta Gángalo, no todo está tan bien como quisieran los ecologistas en la cooperación con los vecinos.

"En una ocasión, un leopardo macho cruzó a China y volvió sin una de sus patas. Ahora está en el zoo de Moscú, donde se aparea con hembras de otros zoológicos de todo el mundo", apunta.

En Rusia, "Tierra de Leopardo" dispone desde el año pasado de un nuevo territorio de 12.000 hectáreas en la península Gámova, un rincón de gran belleza, donde los bosques de la taiga se encuentran con playas de arena blanca y agua turquesa.

"Es uno de los pocos lugares de Rusia ideales para enseñar la naturaleza salvaje del país. Porque no se trata sólo de leopardos", apunta Chestin, al referirse a las perspectivas de impulsar el turismo ecológico en la región.

El Sureste Extremo de Rusia es, junto al Cáucaso, la única región del país que no fue afectada por la última Edad de Hielo, por lo que conserva una biodiversidad única en la que conviven más de medio centenar de mamíferos, entre ellos el oso del Himalaya, el oso pardo y el tigre del Amur, otro felino en peligro de extinción.

"Alrededor de 30 tigres conviven con los leopardos en el parque nacional. Criamos ciervos en libertad para alimentar al leopardo, pero a veces se los comen los tigres", dice Gángalo.

Parte del parque nacional, conocida como el "Barranco de Cedros", fue declarada en 2004 reserva natural de la biosfera de la Unesco por su papel en la conservación de la biodiversidad del planeta.