1.- Señoras y señores, cualquier día me recluyo en un monasterio tibetano y no salgo más de allí. Cuenta que un juzgado de Violencia de Género de Valencia ha condenado a un hombre a un mes de multa por tirarse un pedo delante de su mujer. La cosa tuvo su origen en una discusión entre el matrimonio. Para que no fuera a mayores, él decidió cortarla dándole la espalda a su cónyuge, en el momento en que se le escapó "un espantoso y ruidoso cuesco", que el expedidor estima no intencionado. Pero el juez lo califica como "una actitud de menosprecio que lesionó la dignidad de la denunciante, además de menoscabar su autoestima y honor". Añade el citado digital que deberíamos atarnos los machos ya que medio país podría acabar en el talego; porque, ¿a qué español o extranjero residente no se le ha escapado un pedito delante de su santa, esa abnegada mujer que anda siempre al lado de uno, o al revés?

2.- Lo que no se explica en el alegato judicial -yo no he leído la sentencia completa- es cómo se probó la procedencia del gas. El periódico en la Red de donde extraemos la noticia especula sobre si los efectos del escape resultaron tan poderosos que permanecieron en el ambiente y fueron captados por testigos que depusieron -y nunca mejor empleada la expresión- a favor de la denunciante. Ésta, nada más catarlo, corrió al juzgado para hacer valer su derecho al honor. La sentencia condena al "ventosero" por una falta de injurias -no lo elevó el juez a la categoría de delito, menos mal- a un mes de multa. Mejor que no reincida, por si las moscas. Eso sí, que se retire lo más posible de su santa, tan tiquis-miquis, si no es que ya le han dictado una orden de alejamiento.

3.- Llegará un día en el que en este país no se pueda vivir. Cortar una discusión, darse la vuelta dejando a la otra con la palabra en la boca, al tiempo que a uno se le escape un frenazo, da lugar a un procedimiento judicial, con la carga de trabajo que soportan los juzgados. Y a una sentencia de rotundidad semejante al producto escapado. Oiga, mucha rigidez de su señoría, estimo yo. Cómo se está poniendo la cosa, señoras y señores. Habrá que ir por ahí con el culo apretado. A la vista de lo escrito, yo propondría condena de horca a un cabrón taxista paquistaní que soltó un pedo de curri en Nueva York que me enrizó el pelo, en pleno barrio chino.

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