NATURAL de El Ferrol aunque va para cuarenta años en Tenerife; hijo de maestros y el menor de cuatro hermanos. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de La Laguna. Licenciado en Estudios Eclesiásticos por la Facultad de Teología de Burgos y en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Profesor del IES Andrés Bello y profesor de Sagrada Escritura en el Instituto de Teología de La Laguna. Además, párroco de San Roque en el barrio de La Alegría y del Beato José de Anchieta en Santa Cruz.

No quito nada de la charla "a corazón abierto" con don Joaquín, ya que la considero una lección impresionante, sin proponérselo, de sencillez, de naturalidad y de una vida con sentido.

-Me cuesta entender, en la sociedad actual, cómo después de haberse hecho médico, con bastante brillantez, donde se puede hacer dinero y ganar prestigio, decide hacerse cura.

-Todo depende de poder comprender, en un momento determinado, por qué merece la pena vivir. Cuando estudiaba Medicina ya experimentaba que la vida tenía que ser algo más grande, menos angosto; no me bastaba: salud, bienestar económico y social, aunque estuviese aderezado de algo de ética. Por eso siempre buscaba dentro de mi insatisfacción, cuando paradójicamente podía decir que lo tenía todo.

El encuentro con un sacerdote de mi misma edad, cuando yo estaba ya terminando la carrera de Medicina, supuso un revulsivo para mí: uno, que no era nada en la sociedad y que era feliz. Era todo un desafío a mi inteligencia. Dios dejaba de ser una abstracción para empezar a ser una experiencia en la realidad. Lo demás vino por añadidura, porque entonces el valor de la vida consistía, para mí, en entregarme a ese ideal presente dentro de las cosas que vivía. De ahí al sacerdocio solo hubo el paso de una pregunta: "Tú ¿qué quieres de mí?". Hoy sé que todo este camino que tuve que hacer correspondía a la pregunta-reto de Jesús: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?".

-¿Cuál fue la reacción de sus padres, de sus amigos y de sus compañeros de estudios?

-Hubo de todo. Mi familia era católica, pero de entrada fue un disgusto, especialmente para mi padre. Y no por desprecio al sacerdocio, sino por los tiempos que ya empezábamos a vivir entonces, donde el sacerdote era ridiculizado constantemente. Y yo tiraba todo por la borda y lo cambiaba por una vida de sacrificio (habría que ver si casarse y tener una familia no es un mayor sacrificio en el tiempo...). Le parecía a mi padre y a muchos amigos y familiares que yo podía ser un buen cristiano siendo un médico y que tendría grandes posibilidades de dar testimonio de la fe y ayudar a muchas personas. Y eso es verdad. El problema es que la vocación no depende de uno mismo, te la dan, la acoges o no, pero no la decido yo. Pasados los primeros momentos, mi padre se sintió contento e incluso santamente orgulloso de que fuera sacerdote. Un padre siempre desea lo mejor para sus hijos, y a mí me veía feliz.

En cuanto al resto de la gente, unos lo veían como una locura quizá fruto de un desengaño sentimental (como se decía entonces); otros pensaban que la veleidad no iba a durar más de un par de años: una persona que buscaba siempre disfrutar de la vida a tope como yo no le podía durar mucho esta vocación. La verdad es que sigo viviendo a tope; hoy mucho más que cuando era un joven universitario.

-Cara al nuevo año 2012, ¿qué le diría a sus feligreses y a los demás creyentes o no creyentes?

-Según la opinión de la mayoría, el año va a ser duro. Tendremos que aprender que el bienestar social es un bien, pero no es todo el bien que espera el corazón del hombre. Tendremos que pararnos a valorar cosas que ya no estábamos apreciando: como la familia, la educación y el trabajo. La comunidad cristiana está llamada, en este momento, a vivir la crisis como una oportunidad para volver a empezar, construir y generar esperanza... Solo un ejemplo: la belleza, la humanidad verdadera y el bien que supone en nuestra parroquia el Banco de Solidaridad, apoyando personalmente no solo con alimentos a un centenar de familias duramente afectadas por el paro y que carecen ya de lo necesario para comer.

Seguiremos otro día.

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