UN AÑO ANTES DE MORIR (fallecimiento que se produjo el 14 de julio de 1933), Francisco Viñas daba a la imprenta "El arte del canto", libro en que glosó su experiencia como tenor y también su concepto de la profesión musical, tan distinto del que hoy guía las carreras de los aspirantes al Olimpo.

Quienes pudieron escucharle en su época tuvieron, sin duda, otra referencia magistral de este cantante nacido en 1863 en la localidad barcelonesa de Moyá. En la Ciudad Condal cursó sus estudios con los maestros Goula y Gonzalo Tintorer, pero antes hubo de superar unos orígenes más que humildes (se dice que, de niño, trabajó como pastor), paliados por los tempranos rudimentos musicales adquiridos en las parroquias catalanas.

"Lohengrin", de Richard Wagner, marcaría su debut en 1888 y el inicio de una relación con la música del maestro de Leipzig que le iba a consagrar -con permiso de Julián Gayarre- como la primera gran voz masculina que España entregaba al arte wagneriano. Dicho papel, que representaría hasta 120 veces en tres años, le llevaría a La Scala, hasta que Mascagni vino en su rescate para el estreno londinense de "Cavalleria Rusticana".

En 1893 daría el salto al MET neoyorquino, desde donde se trasladaría a la Ópera de Chicago un año después. Otro de las notas destacadas de su carrera tiene que ver con el estreno en Barcelona de "Parsifal", en 1913, siendo el Teatro del Liceo el primer coliseo que, según las crónicas, obtenía el "placet" para acoger la obra lejos de Bayreuth.

Tanhäusser, Tristán, Canio, Sansón, Don Carlos o el caballero Des Grieux fueron algunos de los personajes que marcaron la carrera de Viñas Dordal, interrumpida por decisión propia en 1918 con el propósito de dedicarse a la enseñanza.

Casado con la mezzosoprano Giulia Novelli, este exponente español del tradicional "heldentenor", o tenor heroico, da nombre a uno de los más prestigiosos concursos de canto del mundo, que a lo largo de los años ha contado con la participación de diversas voces canarias. Por fortuna, su voz elegante y bien timbrada ha quedado preservada por el disco; nada menos que sesenta y ocho registros dan fe de su talento como cantante en repertorios que van desde el drama alemán a la "grand opera" francesa, pasando por el belcanto y el verismo italianos.