En apenas 48 horas, Melilla ha registrado dos asaltos masivos de inmigrantes en el vallado perimetral y la llegada de una patera a una playa de la ciudad, que han supuesto la entrada de casi 150 subsaharianos.

Aunque estos hechos suponen un repunte de la presión migratoria, la situación no se puede considerar nueva, ya que desde hace más de un año la alerta entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es constante, porque en cualquier momento se puede producir una entrada masiva como las que, por ejemplo, se vivieron en el año 2005, y que se han repetido en 2012 y 2013.

Sin embargo, actualmente, existe una preocupación mayor que la de hace prácticamente ocho años, derivada de la actitud de los inmigrantes.

El delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, aseguraba ayer en un comunicado donde se informaba de los datos del asalto ocurrido de madrugada de "las novedosas prácticas de amenazas y presión a las Fuerzas de Seguridad del Estado que vienen protagonizando últimamente y en mayor medida los inmigrantes que intentan acceder a Melilla".

No hacía referencia a cuáles prácticas se refería, pero era una clara alusión a la agresividad, a las amenazas y al chantaje que, sobre todo la Guardia Civil, viene sufriendo en los últimos meses.

Según han relatado fuentes policiales, los subsaharianos vienen dispuestos a jugarse su propia vida, sin importar si ponen en riesgo la vida de los demás.

En los asaltos al vallado, utilizan piedras y palos, mientras que, en las llegadas en patera, vienen provistos de garrafas con gasolina e, incluso, amenazan con tirar al mar a los menores que viajan en las embarcaciones.

Así lo denunció el pasado 4 de julio la Delegación del Gobierno en Melilla, cuando aseguró que los inmigrantes adultos que viajaban en la patera que llegó ese día amenazaron a la Guardia Civil "con gestos inequívocos" con tirar a los menores de más corta edad al agua "en su ánimo de forzar a toda costa la entrada" a la ciudad autónoma.

No ha sido un hecho aislado. El pasado lunes, esta circunstancia se volvió a repetir cuando dos de las mujeres que viajaban en la patera interceptada en el mar por la Guardia Civil, cogieron a sus supuestos hijos en brazos y amenazaron con tirarlos al agua, mientras que el patrón de la embarcación también amenazaba a los agentes con prender fuego al bote con un mechero y una garrafa de gasolina.

Tampoco era la primera vez que se producía este "chantaje" de quemar la embarcación, motivo por el que la lancha de los GEAS de la Guardia Civil ya iba preparada con extintores.

La diferencia, en este caso, es que de lo ocurrido el pasado lunes existen imágenes grabadas, puestas a disposición de un juzgado de Melilla, que ha decretado el ingreso en prisión del patrón de la patera, mientras que las dos supuestas madres han quedado en libertad con cargos.

Ya en abril se produjo otro incidente en el que resultaron heridos seis guardias civiles después de que inmigrantes que llegaban en patera se enfrentaran a ellos provistos de cuchillos y palos, lo que terminó con cinco de los indocumentados en prisión.

La inmigración no es un fenómeno nuevo para Melilla, pero sí se ha producido una variación en los términos empleados para describir las entradas.

Si en 2005 se hablaba de salto a la valla, actualmente se utiliza el término asalto, mientras que también se alude a palabras como "agresividad", "chantaje", "amenazas" o "enfrentamiento abierto" de los inmigrantes con los agentes.

Algunas ONG denuncian lo contrario y censuran el trato que, principalmente la policía marroquí da a los inmigrantes que se refugian en los bosques a la espera de conseguir entrar en Europa.