Cada vez que al Teide le colocan un ''sombrero'' de nubes pasan dos cosas. La más inmediata tiene que ver con la difusión de imágenes a través de las distintas redes sociales. La otra, la de mayor rigor científico, está conectada con la posibilidad de que se genere algún episodio de lluvias o vientos. Eso, precisamente, es lo que anuncia este fenómeno climático. Estos altocúmulos lenticulares se originan por la presencia en esas zonas altas de humedad y viento: son una ''alerta'' visual de que se acerca una fase de inestabilidad metereológica. La imagen superior, captada por Daniel López, se corresponde con las primeras horas del amanecer de ayer. La soledad del paisaje contrasta con los colores que se arremolinan en torno al punto más alto de la geografía nacional.