A las 10:35 -hora de Madrid- arrancó la parte esperada del proceso al ''procés'', con un encendido alegato del abogado de Oriol Junqueras y Raúl Romeva, Andreu Van den Eynden, que calificó el juicio contra los doce del ''procés'' como ''causa general'' contra el independentismo catalán. Una arenga separatista construida con los mimbres convenientes para presentar el propio juicio ante la opinión pública europea como un atentado contra los derechos humanos, las libertades y la disensión política. Van den Eynden, un penalista con experiencia en la defensa de algún político del tres por ciento, con un guion perfectamente estructurado para defender que toda la actuación de los procesados -las leyes de ruptura, el referéndum prohibido por la Justicia, la desobediencia del Parlament y el Govern al Constitucional y la declaración unilateral de independencia- no fueron sino una escenificación política del derecho de autodeterminación, sin violencia alguna ni consecuencias de ningún tipo, y amparada en la sagrada libertad de expresión.

Ese guion jurídico-político, con objetivos claramente extrajudiciales, fue seguido casi al milímetro por el resto de los abogados defensores, con la única excepción del abogado del conseller Santi Vila, que prefirió explicar que su defendido no siguió al Govern en su deriva independentista. Vila está en libertad bajo fianza, y es uno de los que pueden escapar sin penas, al haberse desmarcado de las actuaciones secesionistas de Puigdemont, dimitiendo incluso de su puesto de consejero de Empresa y Conocimiento. El resto de los abogados insistieron en la vía abierta por Van den Eynden, pero cada uno asumiendo un rol previamente asignado en el reparto de competencias. De entre ellos, el papel más agresivo le tocó al letrado Jordi Pina, que se entregó a pedir el amparo a Europa, a denunciar la parcialidad de los magistrados y a recusar a cuatro de ellos. Los acusó de estar contaminados por su vínculo profesional con Pablo Llarena, al que también planteó recusación, recordando el wasap del senador del PP Ignacio Cosidó que frustró la elección del Consejo General del Poder Judicial. Una jornada, en fin, marcada por la búsqueda de amparo a la sombra de Estrasburgo y el recurso a florilegios que en un juicio distinto habrían bordeado el desacato.

Pero el proceso al ''procés'' no solo ocurrió dentro del recinto del Supremo acordonado desde primeras horas de la mañana por la policía. El juicio también tuvo su correspondiente circo fuera: el diputado Rufián, presentándose como un pobrecito perseguido ante las cámaras de televisión del mundo, y el secretario general de Vox, abogado de la acusación particular, trabajándose el protagonismo. Y más lejos, desde Berlín, el huido Puigdemont, reclamando a los suyos "ser fuertes", como un remedo involuntario de las invocaciones marianas a Luis Bárcenas. Una coreografía paralela al desahucio presupuestario de Pedro Sánchez, y al inicio de la cuenta atrás electoral.

Proceso al ''proces''. Primer día: teatrillo para Europa.