Visto lo visto, no va a quedar títere con cabeza, ni expediente académico sin revisar: tras la fulminante dimisión de la ministra de Sanidad, después del bochorno de ver destripado en directo su trabajo de fin de Master en La Sexta, uno esperaba que alguien le preguntara a Casado por su propio y peliagudo posgrado. Era lo que tocaba: después de la saga y fuga de la señora Montó, lo suyo habría sido que el PSOE cargara en banda exigiendo la dimisión del señor Casado, por motivos parecidos a los de la ministra, que el Supremo debe decidir si se investigan. Y es que el martes, aunque pasó desapercibido por el ruido mediático en torno a la pieza cobrada, la Universidad Rey Juan Carlos hacía público que no se ha encontrado ni uno sólo de los cuatro trabajos que Casado asegura haber entregado en su curso de posgrado.

Daba para una preguntita del PSOE, una comparación, un gesto de malaleche, pero no ocurrió nada de eso. Hasta que Albert Rivera decidió liarla: tocaba centrarse en Casado, pero Rivera hace sus propias cuentas, y en el turno de preguntas al Gobierno, decidió olvidarse de la pregunta que se traía preparada -otra sobre el desafuero catalán- y aprovechar para colocar sobre la mesa las dudas sobradamente conocidas sobre la tesis doctoral de Pedro Sánchez.

No es un asunto de ahora, viene arrastrándose desde hace tiempo. La tesis de marras fue incluso munición para el ''fuego amigo'' de los ''susanistas'' en la batalla de las primarias, pero lo cierto es que la inaccesibilidad a la tesis de Sánchez es ya un secreto a voces, eso sí, guardado bajo siete llaves. Don Pedro ha cursado instrucciones a la Universidad Camilo José Cela, donde la defendió, para que proteja su tesis cual si fuera la fórmula de la Coca-Cola. Sánchez se endemonió ayer con la pregunta de Rivera y se le escapó responder con una falsedad: dijo que la tesis está colgada en Teseo, el repositorio español de tesis doctorales y otros trabajos académicos. Es falso de toda falsedad, y es grave que el Presidente del Gobierno no diga la verdad. Porque lo único que hay colgado en Teseo es el nombre de su tesis con su calificación de ''apto con laude''. Para consultarla hay que desplazarse personalmente a la biblioteca de la Universidad Camilo José Cela y solicitar por escrito poder examinarla. Con un poco de suerte y otro poco de espera, allí se puede acceder a ella en su soporte físico -un mamotreto de poco más de 350 páginas- pero no se puede fotocopiar, fotografíar o mirar más allá de un ratito, bajo la atenta vigilancia de una bibliotecaria-cancerbera. Pedro Sánchez no ha autorizado ni que se cuelgue en Teseo, ni que se pueda acceder a su consulta de una forma útil. Por el motivo que sea, no quiere que nadie la lea: quizá es floja de solemnidad, o quizá -como dicen las malas lenguas-, reproduce textos realizados por "negros" del Ministerio de Industria, de la época en que él trabajaba a las órdenes de Miguel Sebastián.

El PSOE ha contribuido a la sospecha al votar -junto al PP- en contra de que los trabajos de fin de master se cuelguen en la red y sean accesibles por todo el que quiera verlos. Dice el PSOE que hacer eso costaría nosecuantos millones. Yo no me lo creo. Creo que Sánchez y Casado -o Casado y Sánchez- viven con la espada de Damocles de su propia ligereza colgando sobre sus títulos. Una de dos: o nos enseñan de una vez los trabajos de Hércules, como pidió ayer Rivera, o se ponen de acuerdo en decretar una amnistía académica.