Un error se le perdona a cualquiera. Y hasta dos, si el cualquiera es Pedro Quevedo. Su Señoría se equivocó al presentar la enmienda sobre el descuento a residentes en los presupuestos de 2018, cuando se trataba de los trayectos a Península, y se equivocó también el año anterior, cuando la cosa iba de los desplazamientos entre islas. Lo que ocurre es que el PP cazó el error en 2017 y lo corrigió. En 2018 no lo hizo, se limitó a incorporar la aplicación del descuento a Baleares y a Ceuta y Melilla. Al contrario de lo que se ha dicho, las enmiendas presentadas en 2017 y 2018 por Nueva Canarias son idénticas. Puro recorta y pega: sabido es que Quevedo no es precisamente de matarse a trabajar.

Lo que viene después de eso es sabido: andan los partidos enfrascados en tirarse los trastos a la cabeza a cuenta de quien es más responsable del error original. Y yo creo que eso a estas alturas eso es lo de menos. Ahora se trata de resolver y de hacerlo cuanto antes. Los plazos planteados por el ministro Ábalos en el Congreso -y el tono displicente en que lo hizo- no son aceptables. El Gobierno socialista tiene que encontrar la fórmula para resolver este entuerto y dar cumplimiento rápido al acuerdo político que suponía la enmienda de Nueva Canarias, apoyada por todos.

Después de haber mostrado muy escaso interés en contar con canarios en su gabinete y su administración, Pedro Sánchez no puede inaugurar su relación con la agenda canaria que se comprometió a cumplir, con esta monumental bofetada a los isleños. Después de haberse presentado como nuevo garante de la defensa de los intereses de Canarias ante el Gobierno, el PSOE canario no puede tragarse un retraso de seis meses y una pérdida de 200 millones de euros de subvención para Canarias como primera demostración del talante de Sánchez y su Gobierno con las Islas. Es así de sencillo: no es admisible.

Con voluntad política se puede hacer todo: cambiar el consejo de la Tele española por decreto, acoger a los rescatados del "Aquarius", revisar los artículos del Estatuto catalán bloqueados por el Constitucional o acercar a los presos etarras al País Vasco. Pedro Sánchez ha demostrado que con voluntad y decisión se hacen cosas que antes se creían imposibles. En lo que atañe a nuestro pedestre asunto de viajar más barato, cuenta el señor presidente además con la absoluta unanimidad del Congreso. Nadie va a afearle la conducta por forzar las cosas o acortar los plazos. Se trata tan solo de espabilar al ministro y resolver de urgencia lo que alguien le ha dicho al ministro que hay que hacer con paso de tortuga.

Ya está bien de repartir las responsabilidades. A quien lleva esperando dos meses para comprar sus billetes porque los políticos -todos- le prometieron que podría comprarlos más baratos después del uno de julio, saber quien es el responsable de este desaguisado se la trae al fresco. Pero quien tenga que pagar el doble por viajar, si va a acordarse de alguien es de la madre del que gobierna. Y -muy probablemente- de sus primos en Canarias.

Resuélvalo ya, señor Sánchez. Y no tarde mucho. O le tocará ver a mucha gente tan cabreada como esa diputada que el miércoles se trasformó por momentos en una réplica bajita del Demonio de Tasmania.