La Fiscalía ha decidido abrir una investigación para determinar si concurre algún tipo de delito en la convocatoria de la fiesta organizada por la Comisión de Fiestas del barrio de Fátima, en Güímar. Se trata de una juerga carnavalera solo para chicas, que se celebra desde hace algunos años en la ciudad, sin que hasta la fecha haya trascendido fuera del estricto ámbito güimarero. El Ayuntamiento participa en el jolgorio financiando una guagua para trasportar a las mujeres, un gasto menor, de poco más de 200 euros, un asunto intrascendente, si no fuera que la fiesta subvencionada por el Ayuntamiento incluye la elección de ''miss Cachonda'', ''miss Estrecha'' y una ''licenciada en Follometría''. La celebración de la fiesta ha sido denunciada por alguien ante la Unidad de Violencia de Género, que trasladó la denuncia a la fiscalía.

Es difícil que la investigación prospere con carácter preventivo: la organización de fiestas pícaras, de mal gusto o directamente de alto voltaje sexual, no es necesariamente un delito. Cada cual es libre de tener el mal gusto de asistir voluntariamente a esos concilios. Los delitos sexuales están perfectamente tipificados en el Código Penal y participar en un concurso para ser declarada ''putón verbenero del año'' puede ser una demostración de mal gusto, pero va ser muy difícil que a alguien se le endose un comportamiento penalmente punible por hacerlo u organizarlo. Otra cosa es que sea de recibo que el Ayuntamiento financie o siquiera aplauda la celebración de ese tipo de diversiones, que a juicio de la mayoría de las personas con dos dedos de frente son una demostración palmaria de mal gusto, cutrez y desmerecimiento social. No voy a entrar en si estamos ante la exaltación de un modelo de "libertad sexual femenina fruto de la existencia ambiental de un machismo patriarcal envolvente". No voy a entrar en eso porque ni siquiera estoy muy seguro de saber lo que significa. Pero hombres y mujeres somos libres de hacer el imbécil de la forma que queramos: este fiestón para chicas que imita las juergas sexuales de machitos adolescentes y a la vez proyecta parte de los más recurrentes sueños eróticos masculinos es una memez de tomo y lomo, pero no es delictivo.

El apoyo de la alcaldesa Luisi al fiestorro, demuestra que ver mucho o muy seguido ''Sálvame'' puede llegar a afectar gravemente al discernimiento de cualquiera. Por decirlo en términos gruesos: yo creo que la alcaldesa de Güímar es una señora bastante? vamos a decir que más que ''exótica'', heterodoxa, en lo que se refiere al menos a su interpretación de lo que es el servicio público. Pero acusarla de malversación de caudales públicos por pagarle la guagua a las vecinas para que se la pasen jugando a machitos en despedida de solteros, es exagerado. La señora alcaldesa tiene recorrido: lo suyo sería recordar ante las urnas sus rayas de color pitufo marcando los límites del municipio en el polígono, sus visitas municipales a los platós telecinqueros del mal gusto, su fascinación por Kiko Matamoros, sus aberrantes propuestas temáticas para tapar los boquetes dejados por los areneros, o la forma -esa sí probablemente malversadora- con la que ella y su fiel ''alcaldeso'', han manejado los recursos públicos del municipio. Si a la lista se quiere añadir lo de los concursos de misses desvergonzadas, pues vale. A mí ya casi me da pena, la señora.