El lehendakari Iñigo Urkullu planteó hace unos días la idea de que el sistema fiscal que rige en el País Vasco, el Concierto, pueda servir como modelo para la financiación del conjunto de las regiones españolas. Supongo que el hombre se descolgó con una idea tan peregrina para demostrar que el Concierto no supone una insolidaridad, y que él está dispuesto a que todos tengan el mismo tratamiento. Un tratamiento que en el País Vasco es consecuencia directa del régimen foral, por el que las provincias vascongadas siempre gestionaron de manera autónoma sus propios impuestos. En 1878, tras concluir la Tercera Guerra Carlista, se impuso un sistema de colaboración entre los territorios históricos y el Estado, que se mantuvo desde entonces hasta que -en 1937, a mediados de la Guerra Civil- las tropas franquistas entraron en Euskadi y suprimieron la autonomía y los fueros, excepto en Álava, donde los fueros se mantuvieron como "premio" por haber colaborado esa provincia con el alzamiento militar. Tras la aprobación de la Constitución del 78 y del Estatuto de Guernica, volvieron a ser reconocidos los derechos históricos de los territorios forales y a aplicarse el Concierto. Muy sintéticamente el Concierto es un sistema por el que el País Vasco se queda con todo lo que recauda y aporta apenas una pequeña parte del total -el cupo, que se renegocia cada ejercicio- a la tesorería común del Estado, para hacer frente a gastos suprarregionales: básicamente al mantenimiento de la administración estatal y las fuerzas armadas.

Ese es el modelo que Urkullu propone para inspirar la futura financiación de las regiones. Un modelo que favorece a las regiones más ricas y perjudica a las más pobres. Por eso han aplaudido con las orejas la propuesta de Urkullu tanto en Baleares como en Cataluña. El socialista Iceta, instalado en el equilibrio entre el constitucionalismo y el catalanismo, a pesar de la oposición del PSOE también suscribe la propuesta. Iceta recuerda que en Alemania los land recaudan todos los impuestos y no pasa nada. Pero Alemania establece mecanismos de solidaridad interregional muy eficaces. Y no sólo de los territorios, también de las personas: todos los ciudadanos de la antigua República Federal siguen destinando directamente un cinco por ciento de su fiscalidad a sostener el coste de la unificación. Dinero del Este para el Oeste?

No sé yo si sería viable que el Norte de España pagara un impuesto para sostener al Sur. La verdad es que dudo que alguien se lo plantee siquiera. Pero este país nuestro es imposible sin solidaridad entre ciudadanos ricos y pobres y entre territorios ricos y pobres. Para entendernos, la propuesta de Urkullu equivale a decir que los ricos y los pobres administren lo que hoy se recauda en sus territorios sin intervención del Estado, y a cambio aporten al conjunto unos millones de euros para sostener los gastos comunes. Incluso incorporando el coste de la solidaridad, se trata de un sistema muy peligroso para un país con fuertes tensiones centrífugas como es España.

Canarias, Andalucía, Extremadura, Galicia y las dos Castillas reciben mucho más de lo que aportan. Y así debe ser, al menos mientras no se produzca una aproximación de la renta territorial media en toda la nación. La propuesta de inspirarse en el Concierto Vasco para la financiación es la típica trampa de los ricos contra los pobres: "Seamos iguales: tu gástate lo tuyo, que yo me gasto lo mío?".