La comunidad musulmana en Canarias, integrada por 70.000 creyentes, con cerca de medio centenar de mezquitas y centros de culto en todas las Islas, celebró ayer domingo el fin del Ramadán, el noveno mes del calendario musulmán, el tiempo en el que los musulmanes practican el ayuno diario desde el alba hasta que se pone el sol, atendiendo a su fe y creencias. La federación islámica de Canarias, que preside desde su fundación el joven imán Tijani el Bouji, celebró ayer en Playa de las Américas la denominada "Fiesta de la ruptura del ayuno" -Eid al-Fitr-, que suele abarcar los tres primeros días del Shawwal, el décimo mes del calendario, y que se inicia con distintas oraciones y un desayuno festivo y comunitario que marca el fin de las privaciones. Los musulmanes celebran la fiesta estrenando ropa, generalmente de color blanco en los hombres, para representar pureza. La celebración incluye la visita a los domicilios de amigos y conocidos, compartir las viandas especialmente preparadas para la ocasión y ofrecer obsequios a los niños y dulces y presentes, al grito de "¡Eid Mubarack!" (bendita o santa fiesta). Es un momento de extraordinaria importancia para quienes comparten la fe del profeta, y el fin de un mes de sacrificios y esfuerzos muy reglamentados, que se ritualiza además en el cumplimiento previo de las trece sunnas que marcan el final del ayuno.

Es la primera vez que se celebra un encuentro como el organizado ayer por la federación islámica, masivo para la comunidad, muy activa en el Sur de Tenerife (asistieron alrededor de dos mil personas), y abierto a los no creyentes. Un encuentro que sirve para recordarnos a los ciudadanos de las Islas la cantidad de prejuicios y estupideces que incorporamos a nuestra forma de percibir lo que es diferente. El islam, que practican casi la cuarta parte de los habitantes del planeta (hoy se proclaman musulmanes más de 1.500 millones de fieles), es una religión monoteísta abrahámica, una de las tres que tienen su origen en "el libro" (la Biblia), que asume como principales textos sagrados la Torá judía (el Antiguo Testamento cristiano), los libros de Salomón y los Nuevos Evangelios, además del Corán, y que adopta como principales profetas a Adán, Noé, Abraham, Moisés, Salomón, Jesús y Mahoma. Una religión fraccionada en dos grandes interpretaciones -la chiita y la sunni- y con decenas de variedades regionales, que sin embargo comparten la idea de aceptación y sumisión al dios único, el mismo que adoran los judíos y los cristianos, aunque se le dé otro nombre.

En un tiempo en el que las acciones del terrorismo que se define como islamita ha logrado hacer retroceder a posiciones cada vez más conservadoras e intransigentes la percepción social del islam en el mundo occidental, todo lo que sirva para recordar nuestra común raíz religiosa y cultural, y el mensaje de salvaguarda, salud y paz que define al islam, es positivo y conveniente. También lo es no cerrar los ojos ante la evidencia: la desaparición de las corrientes progresistas del panarabismo, y la agobiante influencia teocrática en la dirección de los asuntos públicos de los países de mayoría musulmana, no son una buena noticia. Pero es necesario no dejarse arrastrar por clichés, no perder la perspectiva y entender que el mundo musulmán no ha permanecido ajeno a la presión de esos cambios retrógrados y conservadores que también nos afectan a las democracias occidentales, y que desde hace más de un cuarto de siglo parecen ser una constante planetaria. Frente al miedo que hoy nos aleja y confunde, conocernos mejor, convivir desde nuestra común humanidad y cercanía, es la única opción sensata...