Podemos se presentó a las elecciones a cabildos de 2015 en todas las islas menos en La Gomera. Solo en Lanzarote logró quedar como tercera fuerza política, en cinco de las seis circunscripciones solo alcanzó ser cuarta fuerza política, y solo entraron a formar parte del Gobierno insular en Gran Canaria. Allí se articuló un pacto de izquierdas, que permitió al ganador de las elecciones, Antonio Morales, de Nueva Canarias, mantener la Presidencia. Ese pacto -muy similar al cerrado en la capital de la isla, que dio la Alcaldía al socialista Augusto Hidalgo- supuso desde el minuto uno un continuo dolor de cabeza para Morales. Los conflictos entre la dirección de Podemos y su cabeza de lista, enfrentado a Meri Pita, dejaron claro que el grupo insular de Podemos estaba partido por la mitad. A un lado, Juan Manuel Brito y la consejera María Nebot, que siempre se posicionó en su defensa, y al otro Ylenia Pulido y Miguel Montero, que era secretario general del Consejo Ciudadano de Podemos en Las Palmas de Gran Canaria, cuando Brito le ganó por apenas 14 votos en unas primarias para elegir los cargos al Cabildo, que fueron denunciadas por ambas partes por fraude. La expulsión de Brito del partido y su decisión de renunciar al acta fue seguida de su sustitución por el siguiente en la lista, Miguel Ángel Rodríguez, un funcionario del Cabildo grancanario -está destinado en la Consejería de Asuntos Sociales-, que se apartó de Podemos después de las elecciones de 2015.

Tras la renuncia de Brito y la incorporación de Rodríguez, la dirección de Podemos exigió inmediatamente una redistribución de áreas y competencias en el Gobierno, y también que la consejera Nebot -próxima como Brito a Sí se Puede- fuera desplazada de los órganos de dirección del Cabildo, petición que se materializó formalmente en un encuentro de la comisión de seguimiento del pacto en la que Podemos vetó la participación de sus consejeros y envió a tres miembros de la dirección insular. Pero tanto Morales como sus socios del PSOE se negaron a cesar a Nebot, alegando que los conflictos internos en el partido de Pablo Iglesias no pueden condicionar la política y nombramientos de la corporación. La negativa de Morales a aceptar que Podemos sea quien cese a sus cargos directivos provocó el pasado viernes el anuncio -realizado por la secretaria de organización de Podemos, Concepción Moreno- de la ruptura del tripartito. Una situación que aún no es oficial, pero habría de oficializarse a lo largo de la mañana de hoy, lunes. Si finalmente ocurre así, como todo parece indicar, es muy probable que la crisis signifique el paso a la oposición de -al menos- dos de los cuatro consejeros de Podemos en el Gobierno, no estando claro qué harán María Nebot y Miguel Ángel Rodríguez. Porque la clave es que Morales necesita para garantizar su presidencia solo dos votos más de los que tiene con el PSOE. Pueden ser los dos disidentes de Podemos, o podría gobernar sin problemas con el apoyo -desde el Gobierno o desde fuera- del partido de Bravo de Laguna, Unidos por Gran Canaria. Ocurra lo que ocurra, lo que es obvio es que la primera experiencia de participación de Podemos en el Gobierno de una isla se salda con un fracaso. Un fracaso fruto de su propia división interna...