Hace ya algún tiempo nos contaron que unas dataciones del carbono 14 encargadas a un laboratorio de Florida confirmaron que unas piezas encontradas en Lanzarote, en uno de los yacimientos estudiados, lo señalan tan antiguo como hasta tres mil años, relacionando el asentamiento y las piezas en él encontradas -ánforas y recipientes y algún objeto metálicos- con la presencia en las Islas de navegantes fenicios que vinieron del antiguo Mediterráneo. Lo mejor del asunto es que el yacimiento está en Teguise, y eso explica muchas cosas: explica -por ejemplo- la pasión por la pasta que hay en Lanzarote. Si en las venas conejeras circula una cuarta de sangre fenicia, es normal que el mercadeo y el trueque hayan sido la base de toda la actividad política insular, desde Dimas Martín al caso Unión.

Algunos investigadores afirman que se puede hablar de hasta cinco siglos de permanencia de pobladores púnicos en las Islas. Es casi tanto tiempo como el de la presencia española. Debieron dejar genes desparramados por todos lados. Y los genes tiran lo suyo. Pero parece que, además de los púnicos, por Canarias también anduvieron pateando después algunos romanos, que dejaron sus propios restos y vestigios. Si los fenicios estaban por la pasta, a los romanos parece que en realidad les gustaban más otras cosas. Si Suetonio no es un mentiroso (que hay quien dice que sí lo era), lo que de verdad ponía lo suyo a los latinos (los latinos de antes vivían en el Lazio, no en República, Miami y Puerto Rico) eran el poder, la guerra y las orgías. Olvidemos el asunto de las orgías (este es un periódico de información general apto para todos los públicos y hoy es un día sagrado para la infancia) y centrémonos mejor en el poder a toda costa y la belicosidad. Atendiendo a esas cualidades, uno podría pensar que los del PSOE y Coalición son más romanos que fenicios, y eso sin contar a Román, que -ya lo dice el nombre- es de lo más belicoso que hay.

También cuentan los clásicos que nuestros ancestros fueron africanos deportados de la Mauritania, con las lenguas cortadas, por haberse rebelado contra sus señores. Desde el cronista Andrés Bernáldez a Abreu y Galindo, pasando por Torriani y Le Canarien, la especie ha tenido mucho predicamento. Pero yo no me fiaría de clasificaciones. Lo que debió ocurrir es que en nuestro Babel local los genes se mezclaron lo suyo (y ya dije que no voy a hablar de orgías), y como consecuencia de eso, hay socialistas fenicios, guerreros romanís, coalicioneros dispuestos a seguir en el poder a toda costa y peperos de lenguas cortadas que hablan poco y sólo por señas, y tienen la lección tan aprendida que nunca se rebelan contra el que manda, sobre todo si está en Madrid.

En fin, que la mayor parte de las historias que nos contamos sobre cualquier cosa son falsas, y no pasa nada. Si su menudo le pregunta si la de los Reyes Magos es un cuento chino, dígale para empezar que sus amigos son unos quinquis, luego que un padre nunca miente y acabe explicándole lo primero que se le ocurra sobre los extraterrestres y el área 51. Siempre funciona.