Me pregunto, y supongo que también se lo preguntarán los policías y fiscales que llevan los entresijos del caso de Willy García y Paco Padrón, cómo pudo la tele canaria contratar en septiembre de 2008 a una empresa hípica para llevar a cabo una producción televisiva. Y es que -por una nueva filtración del sumario- se ha sabido ahora que Paco Padrón facturó siete mil euros por grabar durante menos de media hora la inauguración del Teatro Leal de La Laguna. La factura la pasó a la tele una empresa suya dedicada a cuestiones de caballos, creada en la época en la que Padrón, un reconocido jinete, fue factótum del Club Hípico La Atalaya. La tele le pagó la grabación a la sociedad limitada Palo Guanche, y de esa forma Padrón evitó que los siete mil euros fueran a parar a la Seguridad Social, que tenía embargadas sus cuentas personales y también las de sus productoras de televisión, por no haber cotizado durante lustros. Lo más curioso del asunto es que la sociedad Palo Guanche -en funcionamiento durante década y media antes de que emitir la factura- jamás había presentado las preceptivas cuentas anuales a Hacienda, careciendo por tanto de una de las condiciones que exige la ley de contratos del Estado para cobrar de una entidad pública. La ligereza con la que la financiera de la tele, Lourdes Reyes, pagó esa factura a una sociedad insolvente implica una efectiva proximidad -de ella, de Willy García o de ambos- con Padrón. De otra forma no se explica tanta complacencia y predisposición a atender las necesidades económicas de quien -durante los primeros años de Willy en la tele- llegó a facturar casi dos millones y medio de euros. Tanta pasta es difícil olvidarla...

Lo gracioso es que muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, pero al contrario de lo que le ocurrió al coronel Aureliano Buendía, Willy García y su financiera, Lourdes Reyes, no se acuerdan absolutamente de nada. Ambos niegan cualquier vínculo con Padrón, y se inventan historias para señalar a otros. Lo cierto es que en muy pocas ocasiones un vínculo directo resulta tan obvio y evidente como en esta: Padrón fue el mentor de Willy cuando ambos trabajaban en la misma emisora de radio, en la que Willy ejercía de pinchadiscos. El evidente talento de Willy para la selección de temas musicales y su extraordinaria relación con el mundo de la noche hicieron que Padrón apostara por él. Y cuando a Willy se le dio -por una muy contestada decisión del presidente Rivero- el enorme poder de gestionar sin control alguno los multimillonarios recursos de la tele, pues recompensó con generosidad y agradecimiento a Padrón. Sintiéndose protegido por Rivero, Willy se pasó por el arco de triunfo los mecanismos que rigen la contratación pública. Lo hizo sin que Lourdes Reyes -más interesada en gestionar las relaciones con las grandes productoras- pusiera ningún obstáculo. Burrada tras burrada, para resolverle sus problemas a Paco Padrón, forzaron la legalidad, fraccionaron contratos, pagaron producciones de pésima calidad que nunca se emitieron y ordenaron que se admitiera y pagara una factura de una empresa dedicada a los caballos. Si hubiera sido a los burros, todavía se entendería algo.