El ministro Soria ha decidido meter mano en la organización de su partido en Canarias, pero lo ha hecho sin tocar su ejecutiva en las islas. Sencillamente, ha aparcado a la que está y se ha sacado otra de la manga, que responde únicamente ante él. Alguien podrá argüir que la primera (y oficial) también responde solo ante él y, además, responder, responde poco, más bien es de obediencia debida. Pero con esta segunda, integrada en su núcleo duro por un grupo de empleados de Soria en el ministerio y las delegaciones del Gobierno, más aún.

Se trata de una organización exclusivamente montada para recuperar voto en las generales: la diputada Pepa Luzardo se ocupará de movilizar a los votantes; su segundo Hernández Bento (Enrique), de redactar el programa; en comunicación ha puesto Soria al diputado a Cortes Guillermo Mariscal; y como coordinador regional a Guillermo Díaz Guerra, que fue subdelegado del Gobierno y ahora es diputado en Teobaldo Power. Como coordinador general a la orden directa de Soria, el consejero del Cabildo grancanario Felipe Afonso El Jaber. Luego hay uno que se ocupa de redes sociales, siete coordinadores insulares (el de Tenerife es Antonio Rojas) y dos que representan a Telde y Las Palmas de Gran Canaria, caladeros de voto que -según parece- son los que más preocupan a Soria. A fin de cuentas, él se va a presentar por la provincia de Las Palmas. Y es mandamás del PP canario y puede elegir libremente a los responsables de ejecutar la política del PP en las islas y decidir dónde es más importante ganar. El presidencialismo es lo que tiene, y no hay nada más que hablar.

Otra cosa es que ese sistema sirva para algo: Soria cree que los cargos públicos y los militantes del PP en las islas están desmovilizados y probablemente sea cierto. Por eso se saca de la manga una nueva estructura regional, responsable de activar a la militancia y los dirigentes con vistas a las próximas generales. Pero yo creo que hay un error de diagnóstico: a pesar de la pérdida de votos, el problema del PP en Canarias es que nadie quiere gobernar con el PP. No es solo un problema de votos, es más bien un problema de cuatro años ininterrumpidos de arrogancia y malos modos, de ausencia de voluntad de entendimiento, de soberbia. Después de la debacle del PP en Canarias, y ante la presión para plantear cambios de fondo en la dirección del PP regional, y como Soria no va a cambiarse él mismo, a pesar de ser el principal responsable de la desafección hacia el PP en las islas, pues ha optado por cambiar de ejecutiva, pero manteniendo la que estaba. Es como aquello que -sobre los principios- decía el más simpático de los Marx, don Groucho: "Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros". Pues esta es la nueva ejecutiva cazavotos de Soria, y si no le gusta a usted, pues el hombre tiene más en la reserva. Las que hagan falta.