EL GOBIERNO de Canarias, leo en un periódico digital ya citado aquí algunas veces, ha reclutado a los 18 funcionarios más gandules del elenco, y los ha puesto en la calle a ver a quiénes trincan sin estar dados de alta en el IGIC.

Un IGIC que el presidente del Gobierno de Canarias, por la gracia de los pactos, Paulino Rivero, ha subido un 40%.

Ese gurú de la economía que es Javier González Ortiz, consejero de la Cosa, ha cogido a los 18 auxiliares administrativos más ociosos del orbe autonómico y los ha comisionado para que recorran pueblos y ciudades en busca de los que no declaran IGIC porque son más pobres que las ratas y están más limpios que escoplos.

El Gobierno, en una nota de prensa, reconoce que los 18 principales son funcionarios que no tenían nada que hacer y que han sido reclutados, como si fueran paracaidistas, por la consejería del ramo para trincar a los defraudadores. ¿Pero dónde irán estos 18 mindundis a pescar a nadie en un renuncio, sin medios y sin coches? ¿Van a viajar en guagua, como el escolta de Garzón, a hacer las inspecciones? Lo que harán, probablemente, será sentarse en el bar a esperar que sea la hora para recogerse.

Estas noticias le causan a uno risa. No existe un cuerpo de inspectores propiamente dicho, la desorganización administrativa en Canarias es patente y en vez de ir a las grandes bolsas de fraude van a ponerse a perseguir al pobre autónomo que cobra sin factura, acusándole de un delito de lesa economía sumergida. El que está sumergido, pero en la desazón, es el propio Gobierno, que no da una.

Doy una idea. ¿Por qué no disfrazan a los 18 probos de cobradores del frac o del chapulín colorado y los lanzan a la calle? Ya una vez, Manuel Alcaide, querido y respetado magistrado, en funciones entonces de Diputado del Común, dijo, de coña, que para evitar la fuga de los funcionarios de sus puestos de trabajo deberían vestirlos de colores, dependiendo de sus cometidos, y así fueran fácilmente identificados en su pulular por las calles en horas de oficina. Estamos de acuerdo con la coña de don Manuel, pero elevada a la realidad.

A estos 18 les podría yo una boina y un traje de cuadritos para que la gente pueda decir: "Mira, ahí va la Nick and Randy". Y así los autónomos que iban a ser agredidos por la ley pudieran echarse a correr a tiempo.

Vamos, hombre, no jodan, como dirían en la querida y atormentada Venezuela. En donde, por cierto, Paulino no puede entrar.