Las aguas canarias esconden un auténtico equivalente del Serengeti -el inmenso parque nacional de Tanzania- para los depredadores del mar. Zifios y calderones reinan en los hábitats marinos de El Hierro y Tenerife, donde se alimentan de peces y cefalópodos que encuentran entre los 200 y mil metros de profundidad, y lo hacen sin entablar competencia entre ellos, puesto que los primeros rara vez abandonan las aguas herreñas y los segundos no suelen ser avistados lejos de las tinerfeñas.
Este "reparto" del territorio ha sido el objeto de estudio de la campaña de investigación "Zifiocal 1", desarrollada por la Universidad de La Laguna y el Instituto Oceanográfico Woods Hole con la colaboración del Instituto Canario de Ciencias Marinas y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Esta iniciativa ha permitido descubrir que, contrariamente a lo que se pensaba, los ecosistemas marinos no son homogéneos, lo que explica que estos animales no se desplacen entre islas pese a que las distancias son cortas.
Los participantes en la expedición también han capturado ejemplares "raros" de cefalópodos y peces cuya presencia en Canarias se ignoraba. Entre sus particularidades destaca la de producir luz en las oscuras aguas cercanas a los mil metros de profundidad. Lo hacen a través de órganos que, según la descripción de Ángel Guerra, del CSIC, son como "perlas" que se distribuyen a lo largo del cuerpo hasta formar siluetas en las que predominan los verdes, azules y rojos.
El resultado es "un mar de luces", "semáforos con distintos colores" y un ejemplo más, desconocido hasta ahora, de las maravillas que esconden las aguas del Archipiélago.