CUANDO YA NADIE SE ATREVÍA a discutirme que no puede existir nada más cansino y aburrido que una conferencia de Butragueño pronunciada desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados, llegas tú y te enfundas el chandal de super mandamás del deporte nacional. Es verdad que el pasado verano diste pistas cuando, en plena hemorragia de futbolitis, no dudaste en inflarte el pecho para presumir de ser el primer presidente democrático que agarra una Copa de Europa de selecciones. Más tarde, te sentiste acariciado por la clarividencia de Raphel y reclamaste tu espacio en un diario deportivo para pronosticar un 5-0 coincidiendo con la primera visita de Juande Ramos al Nou Camp con el Real Madrid. Al final, te quedaste por debajo del 50% de una victoria que parecía estar igual de vendida que la piel de un oso antes de ser cazado.

Ahora comprendo por qué has tardado tanto en reconocer una crisis económica (y existencial) que nos está matando. Es obvio que tu enamoramiento por el Barça es más obsesiva que la que mostró Glenn Close por Michael Douglas en "Atracción fatal", pero el forofísmo que transmites es igual de peligroso que un chimpancé con una escopeta de balines, es decir, tanta curiosidad por parte del primate va a acabar con un inoportuno perdigonazo. Nada. Que si tanto deseas convertirte en un as del deporte mundial, el empacho que nos espera puede ser de campeonato.

El "presi-ministro" Zapatero está tan necesitado de popularidad que ya te veo cambiando una rueda pinchada a Contador camino del Alpe d''Huez en la próxima edición del Tour de Francia, inyectando combustible en el depósito del R-29 de Fernando Alonso en el Gran Premio de Brasil, secando el sudor de la frente a Pau Gasol en el partido que le dará su primer campeonato de la NBA, tensando las cuerdas de las raquetas de Rafa Nadal en Wimbledon, cambiando las pilas de los bañadores luminosos de nuestras "sirenas" de la natación sincronizada, boicoteando la llegada de Florentino Pérez a la presidencia de la "casa blanca". Perdón. Eso no es una disciplina deportiva, eso es algo que no le gustaría ver. Sobre todo, ahora que sus "coqueteos" diplomáticos con Barack Obama pasan por un momento dulce.

*Redactor de EL DÍA