No es un concierto de Maná el festival que provoca durante toda la jornada del sábado y la mañana del pasado domingo que el Magma Arte y Congresos en Adeje vibre hasta sus cimientos.

Risas, carreras, nervios y muchos vatios de potencia para el escenario. Casi tantos como la energía en erupción que todos, participantes, profesores y progenitores desarrollaron durante el fin de fiesta. Meses de esfuerzo, ilusiones y trabajo acabaron con la "misión cumplida" en la que todos ganaron, pero solo diez equipos FLL premiados, de 56 participantes en la final, podrán seguir compitiendo en los torneos internacionales que se desarrollarán en cuatro continentes. En esta ocasión los representantes canarios no pudieron emular al tinerfeño Aldeatrón Robotix que participó en la final mundial de la pasada edición.

El mayor encuentro de ciencia, robótica y valores de España, First Lego League, celebró en Tenerife la final nacional de su decimotercera edición con más de 900 jóvenes de toda España. No solo vienen a competir, realmente vienen a disfrutar de una gran experiencia. "Es brutal, hay muchos equipos, conoces mucha gente, hay mucho ambiente, mucha música... No es una competición, es una fiesta", destaca Laia, integrante del equipo de Artesa del Segre (Lérida). Es la primera vez que su equipo llega a la final nacional. Cada minuto cuenta y aunque el programa de participación es estricto con el fin de poder cumplir con el horario, la convivencia es uno de los pilares del encuentro. El domingo, las sudaderas y acreditaciones de la mayoría, rebosantes de chapas, mostraban lo importante que es la convivencia y el apoyo que reciben del resto de participantes. Para muestra, un botón. El equipo ganador, FSIngenium Team (Madrid) utilizó la mesa de competición de Aldeatrón Robotix en la noche del sábado. Ambos habían quedado en primera y segunda posición en la pasada edición nacional. Una auténtica ''coopertición''.

Estanys Ketchup (Gerona), equipo que ha llegado a la final nacional en tres ocasiones, presentó un vistoso proyecto científico: un brazo robótico. Impreso en 3D y controlado con robots de Lego, es el ejemplo práctico de su proyecto científico, un robot humanoide capaz de copiar en tiempo real los movimientos de un astronauta que podría estar trabajando cómodamente en la nave con un visor de realidad virtual. "Permite que las reparaciones se hagan de una forma más cómoda y eficiente", destaca Carla, veterana integrante del grupo, que participó en el mayor torneo internacional europeo de robótica de 2016, celebrado en el Recinto Ferial de Santa Cruz de Tenerife. Con su mezcla de juventud y experiencia destaca que esta edición seguramente será una "vivencia inolvidable" con "buenos y malos ratos". Los robots no siempre son tan predecibles como deberían en su comportamiento y aunque al principio no les funcionaba muy bien, consiguieron arreglarlo y sentirse "contentos con su participación en el torneo".

FLL es sobre todo una experiencia centrada en las personas. El proyecto científico, su desarrollo y exposición, o la competición en el tablero va más allá de saber programar un robot. Trata en muchas ocasiones del primer contacto de los jóvenes con el mundo real de los adultos. Entender cómo acercarse a los profesionales y utilizar un método científico como medio para resolver problemas. También enseña a superar las frustraciones, dividir tareas y confiar en el resto del equipo. No pueden aspirar a realizar todas las tareas en la mesa de competición con el tiempo que disponen y la selección de las mismas es parte del proceso de aprendizaje que cada vez despierta más interés. No ha dejado de crecer en equipos y personas participantes este torneo.

El número de personas que participan en un equipo no es un factor decisivo. Entre los 25 premios otorgados subieron al escenario equipos populosos y otros con muy pocos integrantes. El equipo BritaLego, del Colegio Hispano Británico de Tenerife, llegó a la final nacional con cuatro miembros contando su entrenador.

Sin embargo, contar con equipamiento insuficiente se convierte en un hándicap para alcanzar altas puntuaciones en el tablero. Mientras algunos equipos invierten preciosos segundos en quitar piezas del robot con el fin de montar y ajustar otras, varios optaron por disponer de chasis completos diseñados en función de la prueba que querían superar, que se intercambiaban en un segundo.

El DJ amenizó la espera por los premios y los participantes no dejaron de bailar y utilizar sus teléfonos. Aunque algunos equipos utilizaron batas blancas como uniforme, la mezcla de colores en el aforo y las banderas marcaron los límites de cada animado grupo en el aforo principal. En los laterales, los progenitores, uniformados en su mayoría, estaban ''dándolo todo'' al ritmo de la música en los últimos minutos de la competición, organizada por el Cabildo -a través del área Tenerife 2030 e INtech Tenerife- y la Fundación Scientia.