Unas 1.500 personas participaron en la eucaristía de salida de la peregrinación que llevó ayer a la Patrona de Canarias hasta la capital tinerfeña por quinta ocasión.

El prior de la Basílica, Daniel López, no se pudo abstraer a la tristeza que embarga a los candelarieros cada vez que la Patrona abandona la Villa. Así, adaptó el canto "Vienen con alegría", para apostillar: "Con el corazón encogido".

Entre la decena de sacerdotes, el vicario general de la Diócesis Antonio Pérez Morales y el delegado episcopal para la visita, Jesús Agüín. Para contextualizar la peregrinación -que mantendrá a la Patrona quince días fuera de su santuario-, se proclamó el Evangelio de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel.

De los peregrinos más madrugadores, Javier Eloy Campos, exconcejal de Güímar y profesor de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño Fernando Estévez, codo con codo con Luis, el peluquero de toda la vida de Candelaria, que se encontraba en la retaguardia de la Basílica.

Como quien certifica lo ya anunciado, Pedro López, el jefe de los voluntarios de la peregrinación, se dirigió a la alcaldesa y a los miembros de la corporación para entregarles la credencial que los "alejaba" de la Patrona, habitante de honor de la Villa. En el templo se repartieron más de 1.000 pañuelos y, al término de la celebración, el prior dominico se desmarcó de la salida y le cedió el testigo a su hermano de comunidad, el padre José Ramón, que, con sus tres vivas, trajo al recuerdo al recordado, ayer más que nunca, padre Jesús Mendoza.

Ya a las siete de la mañana formaba la comitiva con la Banda de Música Las Candelas. Curioso relevo generacional: el maestro Abilio Alonso Otazo era sustituido por su nieto Mauro Fariña.

Comienza el recorrido. Como si los guanches presentaran honores, la Virgen pasó revista, enfiló la calle de La Arena para continuar frente al ayuntamiento a un ritmo que hacía temer que la llegada de la Virgen rompiera los horarios previstos. Durante el trayecto, siempre Manuel Yanes, miembro de la Cofradía de la Esperanza Macarena, embargado por la emoción y agradecimiento por recuperar la salud.

A la altura de El Pozo, al tornar la vista atrás se descubría un multitudinario manto formado por los candelarieros, que arroparon a su Virgen. La procesión continuó por la Avenida Marítima, donde ya recuperó su ritmo y tuvo lugar la primera de las decenas de "petaladas". En las casas de Candelaria no hay balconeras con brocados de la Virgen, sino toallas con la imagen estampada.

Rotonda de salida de Las Caletillas para enfilar el puente que lleva a la Residencia de Mayores dedicada a la Patrona. Nueva referencia al padre Jesús Mendoza. Comenzaba lo peor: la subida por La Cuesta de Las Tablas. La alcaldesa, junto a la corporación, se despidió de la Virgen hasta dentro de quince días en Barranco Hondo, donde hubo intercambio de bastones de mando de alcaldes al pie de la imagen. Eso sí, siempre colocados por Jesús Agüín.

En la despedida, la regidora local, Mary Brito, mostró su faceta de catequista e hizo suyo el comentario que le hicieron dos de sus sobrinas, que le acompañaban en este tramo: "María es la reina y Jesús, el rey". Tomó el relevo El Rosario.

Don Miguel: peregrino 54 años después

Miguel González Pérez acompañó ayer en los primeros metros a la Patrona de Canarias en su salida de Candelaria y trajo al recuerdo la experiencia de la salida que tuvo lugar a finales de 1964 y comienzos de 1965, con motivo de la recaudación de fondos para el Seminario. Don Miguel rememoró que el obispo de la época, Luis Franco Cascón, no se atrevió a ir a Candelaria a sacar a la Virgen, sino que la esperó en Arafo. También añadió la demora que sufrió el recorrido hacia Güímar para adaptar el trono de la Morenita al paso. Entonces, no había ni fotos para los libros de historia y las pocas que se conservan de ese momento corresponden a una boda que coincidía con la peregrinación.