La Alameda del Duque de Santa Elena acogió anoche, sobre las 21:00 horas, la celebración de la Palabra para dar la bienvenida a la Patrona de Canarias en su quinta venida a Santa Cruz. Dejaba atrás catorce horas de caminata que comenzaron en torno a las 7:00 horas y que demostraron que, por concurrencia de público, existen dos velocidades en la devoción en Santa Cruz.

Después del "paseo triunfal" desde Barranco Grande, Taco, los aledaños del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, Miramar, García Escámez, Tío Pino y Los Gladiolos, la procesión mariana fue más solemne por el boato de los signos que por la participación. La comitiva llevó en volandas a la Patrona desde los barrios al grito unánime de "¡Sí, sí, sí, la Virgen ya está aquí!", que se coreó en especial en Los Gladiolos, alternando el espíritu festivo con el responso por el fallecimiento del sacerdote Cristóbal Rafael Pérez Vega. Fue el único lugar donde se vio al obispo de la Diócesis de Tenerife, Bernardo Álvarez, intentando dar voces (con las manos en la boca) para hacerse escuchar, pese a los intentos frustrados del delegado episcopal para la visita de la Virgen de Candelaria, Jesús Agüín, de poner fin a los "vivas" dedicados a la Patrona de Canarias.

En Los Gladiolos se incorporaron las principales autoridades, y comenzó el paso procesional con altos y bajos en seguimiento, nada que ver con el poder de convocatoria de las cabalgatas de Reyes o de Carnaval.

Tras salir de la avenida Benito Pérez Armas, la procesión discurrió por la avenida Madrid -junto al parque de La Granja-, con la mayoría de las autoridades ya vestidas de gala para la ocasión. Más allá de las personas que rodeaban el trono... pasó casi de puntillas por la avenida de Bélgica. A los representantes públicos les llamó más la atención las banderas españolas colocadas en varias ventanas del edificio que se localiza enfrente de los antiguos Multicines Óscar''s que el número de participantes.

El cortejo presidido por el obispo, con una nutrida representación del clero, enfiló el parque Viera y Clavijo y la avenida de las Asuncionistas, para bajar por Ramón y Cajal, que parecía ajena al acontecimiento. A la altura de la plaza Militar, como si hubieran salido del Supermercado del Motorista, los miembros de una banda de música se sumaron al desfile. Antes de girar hacia Galcerán, en la esquina del antiguo Hospital Militar -hoy centro socioasistencial del IASS-, una veintena de mayores aguardaban el paso de la Virgen de Candelaria.

La procesión continuó por la plaza Militar y Galcerán, donde pareció detenerse para no interrumpir al Tranvía, que estaba a punto de pasar. Sorteado este obstáculo, la procesión visitó uno de los "altares" de Santa Cruz: la plaza de Weyler y la Capitanía General de Canarias, para seguir por Méndez Núñez, donde se encuentra ubicada la Subdelegación del Gobierno, el Ayuntamiento de Santa Cruz y el parque García Sanabria. Hasta aquí los barrios chicharreros demostraron su gran devoción, lo que contrastó con la presencia en el casco de Santa Cruz. Las excepciones se hicieron de rogar: hubo que esperar a que la Virgen llegara a la parroquia de El Pilar, que sorprendió con más de 1.000 personas que protagonizaron una pañolada de salutación a la Morenita. Precisamente ayer, la parroquia que regentan los Claretianos celebraba su día grande, con motivo del 12 de Octubre. Puertas abiertas de par en par y "vivas" a la Virgen de Candelaria.

La iglesia de San Francisco, cuyo titular es don Jacinto Barrios, fue otro de los lugares más masificados en el centro de Santa Cruz. Con la puerta lateral abierta pasó la Virgen de Candelaria y algunos esperaban que se asomara el Señor de Santa Cruz: el Señor de las Tribulaciones. Pero no ocurrió.

La Morenita se dirigió a la Alameda del Duque de Santa Elena para presidir la celebración de acogida oficial de la peregrinación en la capital, sobre un escenario que igual acoge un concierto de rock que una función religiosa. En este momento se registró el segundo gran parón de la peregrinación: el primero fue en la residencia; el segundo aquí, a la altura de la antigua parada de guaguas de San Andrés. El trono de la Virgen tuvo que hacer un paseíllo en la trasera del escenario para, en solitario, poder acceder a la tarima (con el inconveniente añadido de toparse con las ramas de un árbol). Fue tiempo más que suficiente para que los presbíteros y los miembros de las rondallas que integraron anoche el coro de la celebración del recibimiento oficial pudieran departir sobre el escenario mientras llegaba la Virgen.

Solventada esta situación, el obispo, Bernardo Álvarez, marcó el inicio de la celebración con el "Magnificat", que interpretó la coral de rondalleros, dirigidos por el maestro Israel Espino. A continuación, el periodista Zenaido Hernández, sin prisas, se deshizo en elogios y agradecimientos a la Patrona. Luego intervino el alcalde Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, quien dijo hablar en nombre "de todos los chicharreros", agradeció la visita e invitó a la población a secundar con su presencia los actos programados y que se desarrollarán hasta el próximo viernes en la parroquia matriz de La Concepción, antes de la vigilia prevista en la Cruz del Señor.

Tras la acción de gracias de los mayores y de los representantes de la Vida Consagrada, intervino Dailo Gómez, uno de los monaguillos incondicionales del padre Jesús Mendoza, que anunció el traslado de la Virgen de Candelaria desde anoche a La Concepción, para culminar con tres "vivas" que trajeron al recuerdo el ímpetu del religioso dominico.

Poco después de las 23:00 -aproximándose al horario previsto-, la Patrona se instaló en La Concepción, donde permanecerá los próximos siete días, una oportunidad para visitarla en la capital. Con Dailo Gómez la celebración de acogida culminó: "¡Viva la Virgen de Candelaria, viva la Virgen de Candelaria, viva la Virgen de Candelaria!".