Una visita guiada por los "altares" marianos de La Laguna pone el broche de oro a las jornadas de formación que se han desarrollado durante dos semanas en la "previa" de la peregrinación, sesión que se repetirá hoy de nuevo.

De la mano de Natalia Abreu y Pablo Hernández, de la empresa lhorsa.com -a la que la Junta de Hermandades le realizó el encargo-, un grupo de amantes de la historia revivieron siglos de fe, pisando en los mismos lugares donde "ocurrió todo". La visita comenzó a los pies de la torre de La Concepción lagunera, testigo de la treintena de traslados de la Patrona a la antigua capital de la Isla. Mientras las campanas anunciaban las cinco de la tarde, Natalia recordaba que la referencia más antigua de la que se tiene constancia documental de la visita a La Laguna se remonta a 1555. Antes de llegar a La Concepción se hacía un alto en la calle Cruz de La Candelaria, cerca del antiguo intercambiador de guaguas -"en las afuera de La Laguna"-, para cambiar a la Virgen antes de entrar a la ciudad. A partir de ese año se sucedieron las visitas por rogativas por sequía, para protegerse de ataques piratas o pedir protección ante epidemias o la peste. Nada que ver con esta peregrinación, que se realiza por el bicentenario de la Diócesis.

Ya en La Concepción, aproximación histórica al baptisterio, que cuenta cómo desde La Concepción "nacieron" las parroquias de San Pedro de Güímar y Santa Ana, en Candelaria. También un alto para admirar un cuadro de la Patrona cuya falta de restauración acredita su antigüedad.

Ya fuera del templo, la guía alterna patrimonio con milagros, tomando como referencia el libro de Fray Alonso de Espinosa, que recuerda cómo resucitó un niño tras ahogarse en un estanque de la Villa Mariana. Uno de los 57 milagros que encuentra el clérigo. Desde la plaza de La Concepción, al convento de San Agustín, que data de 1505 y que fue pasto de las llamas en 1964. Apuntó Natalia que ahí nació la primera cofradía, en 1520, que se dedicó a la Virgen de Candelaria, en la que estuvo al frente Pedro de Lugo, quien fuera mayordomo de la Cueva de San Blas. La cofradía puso su imagen en San Agustín, no para entrar en litigio con la de Candelaria, sino como referente vocacional. Con esta cofradía comenzaron las peregrinaciones a la Villa el 2 de febrero. Pasaron los años, y el lado humano del clero -unos agustinos, otros dominicos- agotó la ilusión de la cofradía, que desapareció. Visita al claustro de San Agustín, donde unos frescos evidencian dónde se veneró a la Virgen de Candelaria, aunque luego se le atribuyó a la Virgen de Gracia.

Luego, otro milagro, el de la judía tullida que se sanó. Cada milagro, de la mano de Natalia, se leía según la crónica de Fray Alonso de Espinosa, y luego se identificaba en unas láminas que repartió al grupo que salió en ruta; fotos tomadas de los frescos de la Basílica; toda una invitación para visitar y ver el templo de otra forma.

De San Agustín, al hospital de Dolores, que atesora una imagen de La Candelaria y un cuadro, y lección sobre la talla antigua, la que desapareció el temporal de 1826, referencia a la copia que se custodia en Adeje y mil secretos más que parecen que ocurrieron ayer. Una ruta que debería ser fija en el "catecismo canario".