La Patrona General de Canarias viste sus mejores galas para vivir su día grande, manto y vestido elegido por Jaime Estévez, camarero de la Virgen de Candelaria desde hace 27 años, con la aprobación del prior de la Basílica, el dominico Daniel López. El religioso prefiere dejar esa responsabilidad en manos de quien sabe, fiel a su máxima de "no opinar de lo que uno no sabe". Con esa plena confianza trabaja Jaime Estévez, que combina la tarea de vestir a la Patrona de Canarias con la de tener a punto toda su ropa durante todo el año.

El celo por realzar más si cabe la belleza de la talla de Fernando Estévez distingue a este güimarero de cuna. Nacido en el barrio de La Vera y criado en el de San Juan, en la conversación agradece el arte de la costura que le enseñó su abuela Frasquita, que lo instruyó tanto en las oraciones y el amor a la Iglesia como en la confección.

Entre las decenas de mantos y trajes que tiene la Virgen de Candelaria, Jaime se ha decantado esta edición por un traje que restauró en 2017. El bordado lo recuperó y montó sobre un cuerpo de color amarillo, el mismo color del hábito que las madres y abuelas han vestido durante siglos para dar cumplimiento a sus promesas y agradecimientos a la Patrona de Canarias. De ahí que afirme que el traje que viste en estas Fiestas de Agosto es un tributo a las madres y abuelas.

Respecto al manto, malva y rosa, fue donado en 2013 por Juan Díaz, vecino de Igueste de Candelaria, y bordado por las manos de oro que distinguen y se reconocen en Jaime. La parte posterior representa la Ascensión de la Virgen a los cielos en la advocación de la Candelaria, coronada por dos ángeles y recibiendo la ofrenda floral por dos querubines.

El diálogo cálido con Jaime permite descubrir a una persona comprometida y, sobre todo, fiel albacea de cuantas personas han donado un manto a la Virgen. "Cada persona regala un manto que es una historia, una promesa... Hay que ser respetuoso", destaca. Por este motivo, además de conocer al detalle los vestidos de la Virgen, tiene registrado en ordenador los mantos que se ha puesto en cada año y en cada cambio. "La Virgen de Candelaria luce el manto que le tocaba", precisa, para añadir que cambia su vestuario en las Pascuas de Resurrección y de Navidad, y coincidiendo con el cambio de tiempos litúrgicos de la Iglesia, como el ordinario, Cuaresma o Adviento, sin dejar atrás las solemnidades propias del 2 de febrero y del 15 de agosto, como es el caso.

Vestir a la Virgen es un privilegio de unos pocos; un servicio desinteresado, un honor, reconoce Jaime, para precisar que, cuando se prepara a la Patrona con traje de Fiesta, se tardan dos horas y media; cuando es para el camerino, menos. Ayer por la tarde cerró su floristería Leomami para ponerse al servicio de la Madre.

El "hijo de Santa Ana" que viste a la Patrona

Aunque desde niño era asiduo de las iglesias y ayudando con los santos, el recordado dominico Jesús Mendoza pidió a Jaime su colaboración hace 27 años para vestir a la Patrona de Candelaria, Santa Ana. Luego, un 12 de octubre de hace 27 años, le confió la tarea como camarero de la Patrona de Canarias.

Gestiona la Floristería Leomami, negocio que abrió en Arafo y se mudó a Candelaria, donde lleva 27 años. Sus manos han elaborado mantos, trajes y hábitos tanto para Tenerife como para La Palma, o hasta Andalucía. "Muchas personas me piden que rece a la Virgen porque dicen que estoy cerca", comenta con respeto, para recordar: "La Madre escucha a todos por igual". "La noche del incendio en la Residencia, un señor de Gran Canaria me pidió que rezara a la Patrona de Canarias", precisa.