La reciente caída de dos semáforos durante la última borrasca que afectó a las Islas estos días ha llevado a la Concejalía de Seguridad de Santa Cruz a tomar la decisión de "revisar" las señales lumínicas de la capital que tengan 30 o más años de antigüedad.

Así lo avanza la concejal responsable del área, Zaida González, quien señala entre las causas que llevan a que los postes de hierro se pudran y acaben cayendo las continuas micciones de los perros, que van generando un efecto de corrosión en zonas que no son visibles para los operarios encargados de su mantenimiento.

Fue el caso, por ejemplo, de los dos semáforos de tráfico rodado que el fuerte viento de este miércoles hizo caer, primero en la carretera general de El Rosario y, después, en la avenida Reyes Católicos. "No se veía que estuvieran corroídos", reconoce la concejal. Por ello, incide en que se van a revisar "todos los antiguos" y sustituir aquellos que presenten alguna deficiencia por elementos nuevos.

A saber, en la capital hay instalados en este momento casi 4.000 semáforos -3.948-. De ellos, 2.280 son para el tráfico rodado, es decir, de los típicos de tres colores (verde, ámbar y rojo). El resto, 1.668, corresponde a semáforos para regular el tránsito de peatones.

En concreto, y según los datos conocidos por este periódico, el primer semáforo que se colocó en Santa Cruz tuvo como ubicación el cruce de la calle Méndez Núñez con la calle Numancia, junto al parque García Sanabria. Se hizo en la década de los años 70 del siglo XX, es decir, hace ya más de 40 años.

No obstante, el colapso no es la única "avería" que suelen sufrir este tipo de señales lumínicas para regular el tráfico. Esa es solo la más grave. Hay otras, menos conocidas, que también tienen que ver con los animales, aunque de otra forma.

Según varias fuentes consultadas, los roedores motivan, en ocasiones, que los semáforos de la capital fallen. ¿La razón? Los efectos que producen sus mordidas en los cables. Aunque la concejal incide en que los materiales que se utilizan llevan una protección "contra roedores", lo cierto es que los incidencias se producen con cierta frecuencia. Es más, la empresa encargada del mantenimiento de estas señales ha dispuesto, junto a las cajas de registro, extensiones de cable para proceder a cortar y empatar cuando se produce una avería de este tipo.

Zaida González, en cualquier caso, remarca que los fallos que, en ocasiones, se producen en algunos semáforos de la ciudad son "incidencias puntuales", ante las que "rápidamente actuamos, como es lógico, para restablecer el servicio en condiciones óptimas".

"No digo que no se haya podido producir un caso puntual por este motivo, pero no es usual ni habitual", asegura la edil, que sostiene que "atribuimos este tipo de fallos a las condiciones de humedad que se registran de vez en cuando, al pasar de un tiempo seco a uno húmedo y que, a veces, hace saltar los sistemas de seguridad del suministro eléctrico en determinados puntos de la ciudad".

En la capital existe en estos momentos un total de 321,6 kilómetros de cable para semáforos.