Cada vez está más cerca la celebración de la Feria Tricontinental de Artesanía, un evento en el que se darán cita 170 artesanos de todo el mundo para mostrar, en el recinto ferial de Santa Cruz de Tenerife, la riqueza de sus trabajos, el arte que traslada a sus raíces más ancestrales. Del 29 de octubre al 6 de noviembre la Isla viste sus mejores galas para dar la bienvenida a estos salvadores del pasado, que con su entrega y esfuerzo han sabido y querido perpetuar en el tiempo el ingenio de los más antiguos.

Será Guatemala uno de los países que nos adentren en sus culturas y tradiciones de la mano de los artesanos Desiree Schaeffer y Carlos Ceballos, que viajan hasta Tenerife en representación de la Casa de Artes de Antigua Guatemala. Se trata de una empresa familiar que lleva ya cuatro generaciones de trabajo y que dispone de una variada e intemporal oferta de artesanía guatemalteca. En su obra destacan los textiles mayas y toda la magia que gira a su alrededor, aunque también los retablos, las máscaras y los santos forman parte importante de su amplio repertorio.

La maya fue una de las culturas precolombinas más sobresalientes de Meso-América, y el arte de tejer es uno de los pocos vestigios de esta cultura que ha sobrevivido al tiempo y a la evolución. En la actualidad, las artesanas que elaboran los textiles siguen utilizando el mismo telar de cintura y los mismos instrumentos del tejido, como el urdidor e hilador, que utilizaron sus antecesores hace miles de años.

Entre los materiales que se emplean para la elaboración de las piezas, el algodón es el que predomina, aunque se usan, también, otros como la lana, el rayón, la seda, el hilo metálico, material acrílico e incluso cuentas plásticas o de vidrio.

El arte del tejer se consideraba una labor sagrada, y las mujeres mayas siempre fueron respetuosas con sus costumbres religiosas, y estaban estrechamente vinculadas con la diosa de la Luna, Ixchel, su protectora, al igual que protectora del tejido y de las tejedoras. Por ello le rezaban antes de emprender la labor. Hoy también rezan las tejedoras guatemaltecas antes de comenzar su actividad, y lo hacen a la Virgen María y a los santos patronos de su pueblo.

La elaboración de estos textiles es un arte inigualable, pues la tejedora elabora piezas con talento, a las que une distintos diseños y colores tomando como referente lo que observa en la región en la que habita.

En Guatemala existen 23 grupos étnicos con sus propias regiones y pueblos. Cada pueblo dispone, a su vez, de su propia indumentaria tradicional, lo que nos da una rica y variada vestimenta, tanto en diseños como en colores. Esta diversidad convierte al país en uno de los más vistosos e interesantes de Latinoamérica.

Y el arte textil de Guatemala ha sabido llegar hasta nuestros días acoplándose a las tendencias que dictan los tiempos, pero siendo fiel a sus costumbres ancestrales. Así, la mayoría de los artesanos se han agrupado con el fin de preservar el tejido tradicional y potenciar su labor, para presentar al mundo la riqueza y la belleza de sus tejidos.

Antigua Guatemala, ciudad Patrimonio de la Humanidad

Antigua Guatemala fue fundada en 1524 por el conquistador español Pedro de Alvarado, quien la bautizó como la Ciudad de Santiago de los Caballeros. Es un lugar de calles empedradas, testigo del paso del tiempo, construida en las faldas del Volcán de Agua, que conserva tradiciones y costumbres heredadas de las épocas colonial y prehispánica.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultural, Unesco, otorgó a la Ciudad de Antigua Guatemala, en el año 1979, el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad, porque reúne una serie de elementos históricos y culturales únicos en el mundo que merecen ser conservados. Cuenta, también, con una gran cantidad de expresiones artísticas que se manifiestan en distintas épocas del año, entre las que destacan la Semana Santa y la Quema del Diablo.

Hay que hacer, en este punto, una mención especial al Santo Hermano Pedro, quien partió de su tierra natal, Tenerife, hacia tierras guatemaltecas en 1650. Fundó allí centros de acogida para pobres, indígenas y vagabundos, así como la Orden de los Hermanos de Nuestra Señora de Bethlehem en 1656, con el fin de servir a los pobres.