Nuestro deseo de vivir las aventuras de los personajes de la pantalla nos hace querer ser como ellos, vivir como ellos, o, al menos, vestirnos como ellos...

No podemos hablar de moda y cine sin pensar en grandes iconos como Gloria Swanson, Greta Garbo, Marlene Dietrich, Sofia Loren, Brigitte Bardot y en el gran dúo cine-moda formado por Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy.

En las últimas décadas uno de los momentos más esperados, por la industria del cine y por la de la moda, así como por todos los aficionados a una u otra modalidad, es la entrega de los Oscar.

Los diseñadores saben que es el mejor escaparate del mundo para lucir sus piezas, ya sean vestidos, bolsos o joyas: cerca de 40 millones de espectadores y casi la mitad de hogares en Estados Unidos, el 41%, y cerca de 2.000 millones de personas en todo el mundo siguieron la última edición de la ceremonia, la número 85.

Tal es la expectación que se genera en los días previos a la gala que en los últimos años ya empiezo a dudar si la gente lo ve por saber quién se queda con la estatuilla por su trabajo cinematográfico o simplemente para mirar los modelitos y las joyas que lucen las grandes estrellas.

Las relaciones entre diseñadores y actrices es ciertamente bastante complicada ya que están en juego no solo el ego y el duelo de poder entre dos estrellas, sino también dos equipos de marketing y relaciones públicas que quieren lo mejor para sus respectivos representados.

Uno de los principales trending topics de la reciente gala de entrega de los Oscar fue el vestido de Anne Hathaway y su supuesta traición a Valentino.

La ganadora del Oscar a la mejor actriz de reparto por "Los miserables" tuvo su gloria ofuscada debido al modelito de Prada en color rosa pálido que lució. En la mayoría de las redes sociales no se comentaba si su premio era o no merecido, sino sobre si había acertado o errado en la elección de su vestido, cuyas pinzas pectorales le daban una forma puntiaguda a sus pezones, lo que pudo haber herido la sensibilidad de un sector de la audiencia estadounidense. Junto al frío que hacía en Los Ángeles y a la imposibilidad de utilizar sujetador por el pronunciado escote que tenía el vestido en la espalda, los pezones de la actriz fueron las grandes estrellas de la noche, con derecho a cuenta propia en Twitter: @HathawayNipple.

Tal fue el revuelo que causó su vestido y la sorpresa al verla vestida de Prada y no de Valentino, como ya había sido anunciado por la marca, que Anne, a través de un comunicado a la revista People, pidió disculpas por su cambio.

Por lo que se comenta, Anne vio una foto del vestido de Alexander McQueen que luciría su compañera de reparto en "Los miserables", Amanda Seyfried, la noche anterior a la gala y se puso furiosa. Según la actriz el vestido era muy parecido al Valentino que luciría y por eso, al último momento, se decidió por el polémico Prada.

Valentino, autor de su traje de novia, ya había anunciado que la estrella luciría uno de sus modelos y me puedo imaginar con qué cara se quedaron sus responsables de comunicación y prensa al ver a Anne Hathaway llegar a la ceremonia con un vestido de otra marca que, además, no le favorecía en absoluto.

Modelos para recordar

¿Quién no reconoce el vestido negro de Givenchy de la primera secuencia de la película "Desayuno con Diamantes", cuando Holly Golightly (Audrey Hepburn) sale del taxi en la quinta Avenida de Nueva York y mira el escaparate de Tiffany''s mientras se toma el desayuno? Este vestido alcanzó los 750.000 euros en una subasta, el precio más alto de una prenda confeccionada para el cine.

Qué decir del vestido blanco de Marilyn Monroe en "La tentación vive arriba", en la famosa escena en la que la falda de su vestido se levanta por el aire que sube del metro.

Fuera de las películas, la misma Marilyn lució un inolvidable y ceñido vestido color piel que tenía 2.500 cristales bordados, para cantarle a John Kennedy el famoso "Happy Birthday Mr. President". El vestido, que fue cosido en su cuerpo, era del diseñador Jean Louis y quedó para la historia. Fue subastado en 1999 por 1.26 millones de dólares americanos.