Si alguna vez ha buscado un viaje a Cuba por Internet y a continuación empieza a recibir publicidad de la isla caribeña junto a su correo electrónico, no se asuste: su ordenador no ha sido "hackeado" sino que se limita a rastrear su huella digital.

Portales web y navegadores de Internet utilizan un software que identifica y registra de manera precisa y única el paso de cada usuario, una huella que permite posteriormente segmentar las audiencias para crear bases de datos de gustos y tendencias y facilitar así el ''bombardeo'' de publicidad a medida.

El problema llega con la invasión de nuestra intimidad cuando estos datos no se emplean desde un punto de vista anónimo, sino que se personalizan con nombres y apellidos gracias a la IP (Internet Protocol) o etiqueta numérica única de cada equipo informático.

El presidente de la Asociación de Internautas, Víctor Domingo, ha recordado a EFE que "la gente debe ser consciente de que nunca hay que facilitar ni dar datos innecesarios", pero no sólo a la hora de comprar, sino como costumbre al utilizar las redes sociales.

"Hay que evitar dar todo tipo de datos complementarios ya que de por sí las grandes empresas de comunicaciones monitorizan los movimientos de los usuarios y manejan una gran cantidad de información sobre ellos", advierte.

Diferentes redes sociales como Twitter o Facebook ya son capaces de relacionar el número de IP con un usuario real y concreto para ofrecerle anuncios a medida de sus intereses personales y también de suspender las cuentas con seudónimos o nombres irreales.

Y el número de datos no cesa de crecer: los expertos creen que para 2020 habrá unos 50.000 millones de aparatos de todo tipo, no necesariamente ordenadores, conectados a Internet, lo que generará un aluvión de nuevos datos para ser vendidos a todo tipo de empresas que lo soliciten.

Un estudio de la Fundación Innovación Bankinter publicado hace apenas tres meses sobre este fenómeno, conocido como "Big Data", alerta de su generalización creciente no sólo a través de Google y Amazon, pioneras en el uso de datos de usuarios para mejorar resultados, sino en webs de bancos, aseguradoras o la industria farmacéuticas.

Para rastrear la huella digital, los programas informáticos emplean las conocidas "cookies" cuyo empleo, hoy, en España es obligatorio por ley anunciar al acceder a cualquier página web.

Estas "cookies" son las encargadas de recoger y enviar al servidor la información para seguir la navegación del usuario y alertar de todos sus movimientos dentro de un portal concreto.

Pero no se trata sólo de monitorizar: en el caso de Facebook y según otro informe científico publicado en la revista "Computers in Human Behavior" en 2014, gracias a las publicaciones de los internautas es posible conocer su estado anímico con un 83 % de precisión.

Por ello el pasado mes de abril comenzó en la Audiencia Provincial de Viena (Austria) un juicio contra esta red social por supuesta vulneración de la privacidad en el que alrededor de 25.000 personas se han sumado a esta demanda colectiva contra la empresa estadounidense.

La Ley de Protección de datos en España tiene difícil la imposición de sanciones en este contexto y el propio Domingo reconoce que "estamos bastante desamparados ante gigantes como Google o Facebook, pues para utilizarlos debes aceptar sus políticas de uso, basadas en la legislación estadounidense".