El 16 de noviembre de 2012 comenzó la demolición de las últimas casas de Cho Vito. Fueron nueve viviendas las que cayeron por la intervención de las palas protegidas por un dispositivo de 50 guardias civiles. Con incidentes, "con el espíritu intacto" pero "tocados" desde que a las 9:56 horas de ese día empezara la demolición de la casa de Tomás González. Se perdió uno de los símbolos de esa lucha.

"Cual gaviotas, muchos pasaron por este pueblo, pero pocos entendieron o quisieron entender, porque a todos les interesaba el resultado. Nadie buscó la verdad ni la justicia", reflexionó hace unos años otro de los "cabecillas" de la lucha por la supervivencia de Cho Vito, Antonio Alonso Orihuela.

Mañana se conmemorará el quinto aniversario de la desaparición definitiva de este poblado marinero, coincidiendo con la caída de la última vivienda, la de Miguel Ángel Pestano. El 7 de octubre de 2008 la Dirección General de Costas había demolido las 31 casas restantes que formaron este núcleo.

Cho Vito hoy sigue en Candelaria, en las viviendas de alquiler en las que residen la mayoría de quienes habitaron el poblado (solo unos pocos tienen casa propia). En la Villa Mariana siguen reuniéndose "porque hay cuestiones pendientes". Anteanoche lo hicieron en la vivienda de Antonio "el amarillo" o "el de Carlota". Rememoraron la efeméride.

Mañana, el día será recordado en lo que hoy es un "poblado de callaos" bañados por el mar, ensuciados por los perros y testigos de algunos hábitos insanos y delictivos. A las 11:00 horas, cinco años después será cuando Cho Vito refresque la historia "que nunca más ha de repetirse", dijo Tomás González.

Se la contarán a un puñado de alumnos de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Laguna, que se trasladarán a este espacio en el que muere un paseo marítimo que costó 1.200.000 euros procedentes de la Unión Europea.

"Estamos a expensas de que se pida la ejecución de la sentencia del Tribunal europeo", apuntó González, recordando un auto que da la razón a los vecinos de Cho Vito, aunque del mismo no puedan beneficiarse ni Pepín, ni Antonio, ni Filiberto, ni Marta ni el tío Pancho (q.e.p.d.).