El exatleta y medallista español Antonio Peñalver alabó ayer el papel de los dos jóvenes tinerfeños que en su momento iniciaron el proceso penal contra el que también fue su entrenador, Miguel Ángel Millán, por presuntos abusos sexuales. "Me parece estupendo que estos dos chicos, pese a su juventud, se hayan plantado y dicho que todo esto debía ser denunciado porque no está bien". De ambos dijo que "han sido valientes y han tenido el coraje suficiente para hacer lo que tenían que hacer". Por su parte, aseguró que se siente culpable de haber permanecido durante treinta años callado a causa de la vergüenza que siente, lo que a su vez le llevó a la sensación de que "al final eres tú el que ha causado esto. Así de duro y brutal".

En la tercera sesión del juicio que se está celebrando en la Audiencia Provincial a puerta cerrada, intervinieron ayer también varios atletas de Murcia que relataron episodios parecidos. "Lo positivo de todo esto es que personas que antes estábamos aislados ahora hemos retomado nuestra relación para ayudarnos los unos a los otros a superar lo que ocurrió en aquellos momentos y las secuelas que ha tenido durante los últimos 25 o 30 años". La sensación de volver a encontrarse con quien culpa de haber abusado de él, la explicó como una mezcla de "un poco de rabia" y la posibilidad "de soltar algo del veneno" que aún guarda dentro. El deportista rechazó en varias ocasiones referirse al papel que juegan en estas cuestiones la Real Federación Española de Atletismo (RFEA) y los clubs. La primera entidad comparece como posible responsable civil subsidiaria y la acusación también ha solicitado que el Club CajaCanarias asuma el mismo papel. Aunque en este último caso ha rehusado personarse. Cuando fue cuestionado al respecto soltó un rotundo: "No voy a responder". Relató que cuando fue consultado en 2016 a raíz de que se iniciara la causa penal su sentimiento fue de tristeza "al ver que el peligro aún seguía ahí". En concreto, acusó a Millán de haber desarrollado una capacidad "estratosférica para manipular a niños y a padres, autoridades y entornos". Pese a los años transcurridos, Peñalver no parece haber superado lo ocurrido en aquellos tiempos. De hecho, confesó que lleva casi toda su vida sometiéndose a terapias, "porque me daba cuenta de que algo no funcionaba bien. De que tenía que aprender a ser persona y gestionar sentimientos que no sabía de dónde venían: aislamiento, soledades, indefensión?".

Las secuelas durante este tiempo han sido brutales. Particularmente asegura que ha sido incapaz de mantener relaciones de amistad sanas por toda la larga serie de traumas que ha sufrido. El principal logro que espera de esta causa judicial es que el acusado, "jamás, jamás sea capaz de hacerle daño a un niño". La conclusión que ha sacado es que la mejor forma de atajar este problema no es esconderlo, como se pensaba antes, sino "airearlo desde el primer día. Cada vez que hablas sacas afuera una parte de ese daño que permanece contigo. Por suerte, ahora tengo cincuenta años y, cuando se despierta el miedo, puedo reaccionar". Dijo que se debe estar alerta porque, "desgraciadamente, son muchos los personajes de esta calaña que aún existen; pero ahora ya sabemos cuáles son los síntomas que nos alertan de que debemos reaccionar". Llamó la atención de que "si señores como yo, de cincuenta tacos, nos metemos en estos fregados no es por gusto ni capricho, sino porque tenemos dentro mucha mierda que tenemos que sacar".