La Sala de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) ratificó la primera condena impuesta por la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife por la compra de droga de diseño en la conocida como "internet profunda" utilizando la moneda virtual bitcoin. En concreto, tres jóvenes fueron en su día condenados por adquirir mediante este método diversas cantidades de MDMA y dos de ellos aceptaron las penas de tres años y medio y de dos y medio de cárcel, respectivamente.

Sin embargo, J.L.M. discrepó de su entrada en prisión y la multa de 20.000 euros impuesta y defendió que se redujera a dos y a 7.000 euros. La petición fue rechazada por la Sala y ha sido ratificada ahora por el TSJC. Frente a los argumentos de la defensa del acusado, el Tribunal apunta que la motivación del fallo judicial es más que exhaustiva, aparte de acertada, "pues colma las exigencias más estrictas que pudieran requerirse". Y por ello, rechaza modificarla en ninguno de sus aspectos.

El total del valor de la droga aprehendida suma los 33.047 euros y la multa impuesta llega en total a los 55.000 euros. J.L.M. reconoció durante el juicio que recibió dos de los cuatro paquetes y que había facilitado los datos de su cuenta bancaria a uno de los encartados. Pero dijo que fue para comprar aparatos electrónicos. Asegura que en un principio desconocía el contenido de los paquetes hasta que otro de los procesados le confesó que era droga, aunque no sabía qué tipo de sustancia ni la cantidad.

Declaró que antes de la detención ya había recogido tres o cuatro envíos más y que no pudo hacer lo propio con otros dos porque estaba en prisión. En aquel momento ya era conocedor de que se trataba de drogas pero continuó con las operaciones, "porque mi único objetivo era ayudar", dijo.

Conocía también la forma de adquirirlos con dinero virtual a través de la internet profunda y se confesó consumidor de esta sustancia y de marihuana desde que entró en la Universidad. Finalmente, sería detenido el 17 de octubre de 2016 por la guardia civil cuando fue a recoger un paquete y entonces le dio el teléfono del otro procesado.

Pero, al no contestar, fue a su domicilio con los agentes, donde este último también resultó arrestado. Admitió que cometió un delito, aunque dijo que nunca obtuvo beneficio económico de estas operaciones. Ahora intenta llevar a cabo una vida normal y trabaja en un restaurante familiar.

Otro procesado, G.G.E.M., condenado a tres años y medio y a pagar 30.000 euros, reconoció los hechos, admitió que era el destinatario de los paquetes cuyo contenido luego vendía y que también distribuía marihuana. Confirmó la versión dada por J.L.M. en cuanto a que no tenía nada que ver con este mundo, pero también señaló que si este no le hubiera delatado no habría sido detenido por los conocimientos que tiene sobre la red oculta de internet. A.C.B. asumió una pena de dos años y una multa de 5.000 euros, reconoció también los hechos y dijo que su intención era comprar 50 gramos de la droga que recibía G.G.E.M., quien le había vendido las pastillas de éxtasis que se encontraron en su domicilio.

La Guardia Civil declaró que la operación se inició en Alemania y se llevó a cabo una primera entrega vigilada en la que se detuvo a J.L.M.. Da por hecho que el cabecilla era G.G.E.M. y que el otro procesado apenas era "un hombre de paja".

Acceso a las cuentas bancarias

Un agente de aduanas indicó que pudieron acceder con permiso del Juzgado a las cuentas bancarias de los acusados, de donde salían las transferencias para comprar dinero virtual y que no coincidía con su capacidad económica. Otro guardia del Instituto Armado fue el encargado de volcar los datos de los teléfonos móviles, donde pudo obtener diversos mensajes y llamadas relacionadas con el caso.