La Audiencia Provincial absolvió al jugador de un equipo de fútbol que durante un partido llevado a cabo a finales de 2014 en El Sobradillo rompió el peroné de la pierna izquierda de un contrincante. La Sala entiende que se trató de un "lance normal del juego" cuyo único fin era evitar que el agredido marcara un gol y que no hubo un enfrentamiento previo. El denunciante, sin embargo, consideró que se trató de un agresión intencionada y apela a lo manifestado por el árbitro, que echó del campo al denunciado y declaró durante el juicio que este "fue a cazar" al denunciante.

El agredido presentó una denuncia por los hechos acaecidos el 17 de octubre de aquel año sobre las 19:00 horas. En la misma se indicaba que el acusado había hecho una entrada contra el otro jugador, pese a que no tenía posibilidad alguna de alcanzar el balón. La consecuencia fue que sufrió una fractura suprasindesmal del peroné izquierdo de la que tardó 129 días en curar, de los que nueve permaneció hospitalizado y durante 91 no pudo realizar sus actividades habituales. Como secuela tiene una cicatriz en la cara externa de la pierna-tobillo izquierdo de doce centímetros, entre otras en el mismo pie. Tanto desde el Juzgado de lo penal como por parte de la Audiencia Provincial, se han emitido fallos absolutorios.

El denunciante cree que durante el procedimiento judicial se cometieron diversas irregularidades, como las contradicciones y mentiras "gravísimas" de algunos testigos, la mayoría compañeros de equipo y amigos del encausado. El perjudicado señala que mientras que a estos se les dio plena credibilidad, sin embargo, no se tuvieron en cuenta las palabras del árbitro. De estas últimas se demostraría que la entrada "no fue un lance habitual del juego, sino una agresión intencionada, como también se entiende acreditado mediante el acta del partido, documento ratificado por el árbitro en el juicio". Sin embargo, el acusado manifestó que la lesión se produjo durante una jugada normal en un partido de fútbol donde los encontronazos violentos entre los jugadores contendientes son previsibles y, por ello, quienes voluntariamente participan en el juego asumen el riesgo de sufrirlos. Acto seguido añadió que nunca tuvo intención o ánimo de dañar al denunciante y lo único que pretendía era evitar que este marcara un gol. Sobre su expulsión inmediata del campo de fútbol, la justifica porque la entrada se produjo cuando el jugador ya no podía llegar al balón.