Antes de morir, Lorena, confesó a un policía que la estaba asistiendo en el suelo del patio al que había caído que "un hombre con una pistola la había empujado desde la habitación" situada a unos once metros de altura. La mujer transexual estaba consciente hasta el punto de que varias veces pudo decir su nombre y edad, entre otros datos. Sin embargo, pocos minutos después moriría en el Hospital de La Candelaria.

El testimonio del policía que la atendió apunta a que Lorena le habría dicho que estaba con un chico en su domicilio y que en un momento dado este se puso agresivo. El agente aseguró que cuando hizo estas declaraciones la víctima estaba "consciente y orientada" aunque tenía la mirada "un poco perdida".

En la segunda jornada del juicio con jurado por la muerte de la mujer ocurrida a finales de 2016 en el centro de Santa Cruz, volvió de nuevo a salir a la luz el uso de una supuesta pistola que jamás se encontró. En su lugar lo único que se halló fue un puñal de 21 centímetros de largo y cuatro de ancho en el que no existe rastro de sangre y que estaba dentro del coche del sospechoso, Roberto L.Ll., en prisión preventiva desde que ocurrieron los hechos.

Lo cierto es que cuando la policía llegó al edificio no había nadie dentro de la casa. El cuarto presentaba todas las características de un lugar en el que se ha producido un episodio violento, con sangre, desorden, restos de cocaína y bebidas. En ese momento, el acusado apareció en la comisaría de Tres de Mayo supuestamente para recuperar el móvil que dejó en el cuarto, aunque la agente que lo atendió niega que hiciera referencia al mismo. Cuando le contaron lo ocurrido, aseguró que no tenía ni idea de que Lorena se había caído al patio y menos aún de que estaba muerta. Únicamente dijo a la policía que se había marchado de la casa de forma apresurada porque le dio miedo la alteración que presentaba la mujer, seguramente por los efectos de la cocaína. La víctima, que se dedicaba a la prostitución, tenía un corte en el brazo de 17 centímetros de profundidad que es compatible con el arma encontrada. Unos dicen que el imputado en comisaría estaba callado y asustado y otro que lo vio muy sudoroso y nervioso.

A través de las cámaras instaladas por el Cabildo se ha podido hacer un seguimiento del recorrido del coche tras salir de la casa a alrededor de las 5:30 de la mañana. La pista se pierde en el aeropuerto Norte, pero de nuevo aparece haciendo el itinerario contrario en dirección a la Comisaría. Por las cámaras situadas fuera del edificio de Cabo Llanos, se determina que Roberto, cuando sale, se tantea los bolsillos y luego se echa las manos a la cabeza, como si se diera cuenta de que ha dejado algo importante en la casa: efectivamente, se trataba del móvil y de una chaqueta.

Dos minutos antes

Del visionado se desprende que el acusado salió dos minutos antes que las otras dos mujeres que residían en el mismo piso que Lorena. Un intervalo que para la defensa es clave a la hora de demostrar que el imputado no estaba en la vivienda en el momento en el que la mujer se precipitó al vacío. Un inspector de Homicidios considera que el procesado tuvo tiempo para limpiar el cuchillo, incluso antes de llegar a la calle.