La acusación particular que representa a la familia del joven fallecido el 1 de marzo de 2015 cuando entró a robar en una finca de Arafo por el disparo de su dueño, J.S.M. rebajó ayer su petición inicial de cárcel de 10 a 2,5 años al asumir que el procesado actuó en defensa propia. Además, solicita otro año más por tenencia ilícita de armas, frente a los dos que pedía inicialmente pero mantiene que se le conceda a la familia una indemnización de unos 76.000 euros, más intereses.

La Fiscalía y la defensa se decantan por la libre absolución al mantener que el anciano actuó para proteger su vida, la de su esposa y nuera, aunque el Ministerio Público cree que se le debe imponer 2 años de cárcel por utilizar una pistola sin licencia. Pena esta última que el abogado del procesado la limita, en todo caso, a no más de seis meses. De esta manera después de cuatro jornadas el juicio entra hoy en su recta final con la exposición de las conclusiones de todas las partes y la posterior deliberación del jurado.

Ayer intervinieron los médicos forenses, quienes relataron que las pruebas obtenidas coinciden con el relato que expusieron las víctimas e incluso otro de los jóvenes que entró en la casa. Certificaron que la bala que causó la muerte entró por la parte superior izquierda de la cara y salió por el lado derecho del cuello después de desviarse al chocar contra los dientes y atravesar la lengua. El disparo dio lugar a una importante hemorragia y como consecuencia la sangre apareció contenida en la máscara que llevaba el joven. La muerte debió tener lugar sobre las diez de la noche y en los análisis realizados no se encontraron restos de drogas o alcohol. Los peritos no pudieron concretar con exactitud a qué distancia se hizo el disparo pero de cualquier forma aseguran que como mínimo fue a un metro y medio.

Otra prueba que vendría a ratificar la versión de los ocupantes de la vivienda son las lesiones que sufrió la esposa, una de las cuales fue la rotura de muñeca a causa de los golpes que recibió con una puerta. Luego están los efectos emocionales como la dificultad para volver a la finca, temor y sensación de impotencia y miedo. Las heridas del acusado en la espalda, mano, hombro y brazo derecho apuntan en la misma dirección y viene a ser, según los peritos, "perfectamente compatibles con el relato". El procesado admitió que había usado un arma aunque carecía de licencia, para defenderse de los asaltantes. El propio anciano condujo a la Policía hasta el garaje escondió el revólver.