Un amigo que el acusado de asesinar al abuelo de su exnovia, S.D.G., conoció a través de internet confirmó ayer en el juicio que ambos participaban en un juego online que era adictivo y violento. En su caso, llegó a pasar seis horas al día frente al ordenador y al final se vio obligado a dejar de practicarlo porque su rendimiento escolar se resintió.

Este joven vivía en Icod, de donde también es natural la exnovia del acusado y donde el 14 de enero de 2016 ocurrieron los hechos. El testigo indicó que primero conoció al procesado en 2013 y luego a la exnovia, en ambos casos a través de las redes sociales. Dijo que, con el presunto asesino participaban en este juego de rol, inspirado en la edad media y que consistía en matar diversos "bichos" con armas blancas, para cumplir una misión y obtener el máximo posible de puntos.

A preguntas de la fiscal confirmó que se trata de un juego "violento", tal y como mantiene la defensa del acusado con el fin de justificar la crueldad con la que se llevó a cabo el asesinato. Aunque hace años en su declaración inicial admitió que estaba al tanto de que ambos eran pareja, ayer lo negó. "No hablábamos de la vida personal", indicó para asegurar luego que nunca vio "nada raro" en la actitud del acusado. A preguntas de la defensa, declaró que el procesado era un buen jugador, lo que requiere muchas horas de práctica.

Ayer la vista se dedicó a la participación de los peritos y de algunos testigos relacionados con la estancia del joven en la Isla a principios de 2016. Entre los datos más llamativos está que no se pudo encontrar huella dactilar alguna del acusado en la vivienda donde ocurrieron los hechos, aunque, en realidad, son tales los requisitos para confirmar los rastros dactilares que solo se puede certificar uno de la exnovia en la puerta. Los expertos en análisis de restos biológicos dicen que en las manos del anciano solo se encontraron uñas y pelos que eran suyos propios. Ni en el caso de la víctima ni del supuesto agresor se pudo detectar que hubiesen consumido drogas o alcohol.

Los peritos de la Guardia Civil incidieron en capturas de pantalla del móvil de la entonces menor en la que su madre le advertía de que "no se iba a escapar" pese a que le estaba llamando con números ocultos. Otros se refirieron a la inspección llevada a cabo en el interior y exterior de la vivienda del anciano y del apartamento en el que se quedó el joven. En esta última zona, hallaron encima del capó de un coche un pantalón vaquero con restos de ADN del acusado y de la víctima. Dentro de la casa encontraron instrumentos con los que el anciano fue atacado, como mangos de cuchillos, figuras metálicas, trofeos de caza, un palo de bambú, vasos, un cenicero o figuras decorativas. En la madrugada del 15 de enero, S.D.G. se trasladó al aeropuerto de Los Rodeos en un coche que previamente había concertado y que trabajaba para los apartamentos en los que se hospedó en la Isla. Pese a que supuestamente algunas horas antes había cometido un crimen especialmente cruel, el conductor indica que no notó nada raro y que la charla fue absolutamente normal. Lo único que le llamó la atención fue que cojeara porque, según le aseguró, se había dado un golpe y que al llegar al aeropuerto dijese: "Aquellos parecen dos sospechosos". Pese a lo inusual de la frase el conductor no le quiso dar más importancia. Con el transportista había concertado previamente que lo llevara a las cinco de la mañana, pero luego lo avisó para adelantar el viaje a las tres. La llamada la hizo a través de un número oculto.

Conocía todos los teléfonos

Precisamente, un familiar del fallecido declaró ayer que horas después del asesinato intentaron contactar con el joven procesado varias veces a través de diversos teléfonos. Sin embargo, nunca respondía porque conocía la numeración de todos ellos. No obstante, como el suyo no lo tenía registrado cuando lo llamó primero lo dejó sonar, después descolgó y luego lo desconectó, según dijo en el juicio.