La denunciante tenía 16 años cuando en 2015 se escapó del centro de menores de Valle Tabares y fue a parar a un club de alterne donde había estado antes una amiga suya. La dueña del local, M.S.M., insistió en que trabajara para ella, pero según la joven, "solo me preguntó la edad, no me pidió ningún documento" para saber si ya era mayor de edad. Ayer declaró en el juicio en el que se sienta en el banquillo la dueña del local, M.S.M. y un presunto traficante de cocaína, D.A.L.C.. Para ambos se pide un total de 19 años de prisión bajo la acusación de supuesta prostitución de menores y tráfico de drogas.

Dijo la testigo que apenas permaneció en el club dos o tres días, aunque acto seguido la Fiscalía le recordó que en su declaración ante la policía había dicho que fueron, al menos, siete. "Pero nunca me vi trabajando allí", apostilló. También confesó que en el bar se vendía droga y que la suministraba un cliente con el que se había acostado por dinero, pero que no sabía cómo se llamaba.

D.A.L.C. declaró que cada dos semanas entregaba a M.S.M. la cocaína a cambio de alcohol y que las jóvenes solo estaban allí para que los clientes consumieran, no para prostituirse. No sabía que ambas chicas fueran menores y señaló que solo conoció a una de ellas.

Por su parte, M.A.M. dijo que regentó este local, situado en los alrededores de Tomé Cano, durante siete meses, período durante el cual apenas pasaron por allí dos o tres chicas que además acudían voluntariamente. Admitió que se dedicaban a la prostitución, para lo cual habían habilitado dos cuartos, y que cobraban el 50% de lo que desembolsaban los clientes. Aseguró desconocer que las dos jóvenes eran menores y que se habían fugado del centro de Valle Tabares. Muy al contrario, le aseguraron que en breve iban a cumplir 19 años, aunque nunca le mostraron documentación alguna.

La primera en acudir a trabajar al club no pudo declarar ayer, por lo que el juicio se pospuso hasta el 21 de noviembre. Permaneció en el lugar desde finales de 2014 a principios de 2015 y, según la dueña, nunca se prostituyó porque su novio estaba siempre con ella vigilándola y sólo tomaba refrescos.

Un día su madre la llamó y la advirtió de que no era mayor de edad. "Soy la primera en no meter a una menor en el club. Allí todo el mundo tiene hasta 50 años", apostilló. En cuanto al consumo de cocaína, dijo que se limitaba a guardarla para clientes y que no cobraba nada por ello. En la vista intervinieron policías que explicaron cómo se desarrollaron las investigaciones que culminaron con redadas en la casa del acusado y en el local, donde encontraron bolsas de cocaína de idéntica apariencia y pureza.

Las secuelas emocionales

Una psicóloga de Valle Tabares indicó que una de las jóvenes tuvo secuelas emocionales y que se sentía mal por lo que había hecho. Otra de las trabajadores del club confirmó que ambas se habían dedicado a la prostitución, también que en el lugar se vendía droga y que a las jóvenes les daban una infusión en la que intuía que también se encontraba algún tipo de estupefaciente.