Una discusión por la presencia de unos perros de caza en una finca estuvo a punto de generar un trágico suceso en las medianías de Granadilla en agosto de 2013. Juan F. y un cazador, identificado como Clemente, intercambiaron unas palabras sobre la propiedad de los canes que merodeaban por el terreno del primero, en Toscas Gordas, en la zona próxima a la carretera de Chimiche. Tras ese primer enfrentamiento verbal, Juan F. se dirigió a su casa, en San Isidro, donde cogió una escopeta y cuatro cartuchos.

Después, el acusado regresó al lugar de los hechos y esperó a que el cazador saliera del barranco y dejó la escopeta cargada en el suelo. A lo lejos, le dirigió unas palabras desafiantes, según un testigo.

Cuando la víctima estaba a poco más de 10 metros, lo amenazó de muerte, cogió el arma (una Breda del calibre 12/70) y le disparó. La mitad de los perdigones (entre 90 y 120, según un forense) alcanzaron el abdomen, un antebrazo y parte de un muslo de Clemente. Una de las pequeñas bolas de plomo perforó el intestino del afectado, que fue intervenido de urgencia.

Ayer se celebró el juicio por este asunto en la Sección VI de la Audiencia Provincial, con un tribunal presidido por la magistrada Esmeralda Casado.

El fiscal y la acusación particular, ejercida por el abogado Francisco Díaz Dorta, solicitan 10 años de prisión para Juan F. como presunto autor de un delito de tentativa de asesinato, puesto que ambas partes estiman que existió alevosía por parte del procesado. El letrado de la Defensa, Miguel Hidalgo, considera que solo hubo un delito de lesiones agravadas, por lo que propone una condena de año y medio de cárcel. Hidalgo plantea que hay dos atenuantes, puesto que Juan F., tras dar el tiro, acudió al cuartel de la Guardia Civil de Granadilla a reconocer su autoría, así como porque han transcurrido tres años y cinco meses desde los hechos.

Una forense señaló que el acusado es una persona "muy básica" en su formación y su capacidad de reacción, pero que no tiene mermadas sus facultades mentales.

La acusación particular y el fiscal, por una parte, y la defensa, por otra, discrepan sobre la distancia a la que se produjo el disparo.

Si para los primeros se produjo a poco más de 10 metros, para el perito propuesto por la Defensa ocurrió a más de 20 metros. Este experto señaló que ni la escopeta ni la munición utilizada (perdigones de pequeño tamaño) están diseñados para matar a una persona.

Sin embargo, en la exposición de las conclusiones definitivas, ni el fiscal ni la acusación particular estuvieron de acuerdo con ese planteamiento, ya que ambas partes señalaron que el procesado cogió en su casa "lo que encontró" con la intención de acabar con la vida de la víctima.