Ayer comenzó de forma sorprendente el juicio a Ramón Armas de León, acusado de asesinar con un palo a su suegra, Onelia González Pérez, de 78 años en La Guancha en 2010. El procesado aseguró que renunciaba a su abogado, "porque estoy indefenso", y solicitó a la magistrada que preside el Tribunal de Jurado, Esmeralda Casado, que retrasara el inicio de la sesión hasta tener otro letrado, o bien que optaba por defenderse él mismo. Según Armas de León, su abogado, Julio González Ortigosa, ha ido a prisión dos veces "de prisa" y lo acusó de filtrar documentos a la acusación particular. Además, el acusado aseguró, ante la sorpresa de todos los presentes, que su letrado le había mostrado fotos de miembros del Jurado Popular. En esa línea, reclamó la apertura de una investigación para esclarecer esas supuestas irregularidades.

El presunto autor del asesinato acusó a dicho profesional y a un compañero suyo de "estafadores", para añadir que "me han hundido la vida". Dentro de las graves acusaciones a su propio defensor, el acusado indicó que "no se entera de nada".

La magistrada respondió que las afirmaciones "no se corresponden con la realidad" y que le consta que su abogado hace una "buena defensa". La jueza indicó que "no puedo aceptar esas alegaciones" y le explicó que, "si veo algún elemento de indefensión, suspenderé el juicio", pero que, por ahora, su planteamiento incurría en "fraude de ley".

Después, la fiscal delegada de Violencia de Género, Francisca Sánchez, señaló que el mes pasado tuvo un juicio con Ramón Armas de León por otro delito e intentó utilizar la misma estrategia para retrasar la celebración del juicio.

La magistrada Esmeralda Casado tuvo que advertir en dos ocasiones al acusado que guardara las formas y estuviera callado durante el proceso, porque, de lo contrario, tendría que desalojarlo de la sala. Y es que, al intervenir la fiscal y a pesar de los requerimientos de dos agentes de la Policía Nacional, Armas se mostró disconforme con lo que se decía a través de gestos y comentarios.

El letrado de la defensa inició su intervención con el comentario: "No sé si soy su abogado o no, pero no lo voy a ser más". Este letrado pidió a su cliente que "no declarase, porque psicológicamente no está bien y las preguntas lo pueden someter a un estrés que no beneficiará a su situación". Y le pidió que respondiera a sus cuestiones únicamente. Pero el procesado no le respondió a la fiscal, ni a la acusación ni a su letrado.

González Ortigosa adelantó que las declaraciones de la exesposa y los hijos de Armas de León pueden "estar viciadas", ya que "las harán bajo la rabia". El abogado defensor explicó que el procesado actuó bajo una mezcla "explosiva" de alcohol (vino), droga (cocaína) y medicamentos. Resaltó que "nadie lo vio golpear a la víctima". Y añadió que "acudió a la casa acompañado de otra persona, que fue el autor de los hechos".

La fiscal indicó que el acusado se saltó una orden de alejamiento y había expresado amenazas de muerte hacia su exesposa e hijos. Para la representante del Ministerio Público, Armas de León actuó sin ningún tipo de empatía (ponerse en el lugar de la víctima), que era la persona más indefensa, a la que mató de la forma más cobarde.

Francisca Sánchez indicó que, tras el asesinato, continuó la búsqueda de su esposa e hijos para matarlos. Se dio la circunstancia de que la entonces mujer del presunto autor se hallaba en otra isla por motivo de trabajo. Curiosamente, horas antes del trágico suceso, el hoy acusado estuvo tomando unas copas de vino con su todavía cuñado.

Sánchez manifestó que el procesado no era un consumidor habitual de droga ni un alcohólico.

La acusación particular, representada por la abogada Dácil Rodríguez, señaló que el acusado mantuvo una actitud desesperada y violenta porque no halló a su esposa e hijos. Además, la letrada indicó que la relación de Armas con su suegra, Onelia Pérez González, "no era cordial" y el hoy imputado le tenía odio a la madre de su esposa. Comentó que el único golpe fue tan brutal que le "destruyó sus centros vitales".