El Tribunal Supremo ha condenado a quince años de cárcel a hombre que violó a su esposa y maltrató a sus hijos, que llegaron a turnarse entre ellos para evitar que su madre se quedara sola en casa con el acusado.

La sala de lo Penal del Supremo, en una sentencia a la que ha tenido acceso Efe, confirma la condena de la Audiencia de Sevilla, si bien rebaja la pena total de diecisiete a quince años de cárcel al aplicar la atenuante de retrasos indebidos en la administración de justicia.

El acusado V.N.R., de 60 años, ha sido condenado a diez años de cárcel por un delito continuado de violación a su esposa, así como por dos delitos de malos tratos habituales, con una condena de un año y medio por cada uno, y por otros dos delitos de amenazas, cada uno penado con un año.

Además tendrá que indemnizar a su esposa en 24.000 euros y a su hija en 18.000 euros, cantidades que el Supremo no modifica.

Dice el alto tribunal que el proceso tuvo una duración "excesiva", pues concluyó diez años después de iniciarse "sin que lo justifique la complejidad realmente escasa del asunto", que además tuvo "periodos de paralización también injustificada".

Según la sentencia, el acusado mostró desde el inicio de su matrimonio en 1965 unos "celos irracionales", por lo que su esposa G.R.R. "vivía con miedo a llegar tarde y hacía que sus salidas del domicilio fueran lo más breves posibles".

También la insultaba y "por cualquier motivo le propinaba golpes, la cogía por el cuello y le daba patadas o puñetazos", además de tirar la comida por la estancia.

Afirma la sentencia que en 2000, cuando la mujer presentó la denuncia, los dos hijos de la pareja tenían ya trabajo y vivienda propia, pero "para no dejar sola a su madre, sobre todo los fines de semana, cuando el acusado siempre estaba en casa, hacían turnos para que uno permaneciera en el domicilio familiar", situado en Mairena del Alcor (Sevilla).

El acusado "retiraba la palabra a su esposa durante largas temporadas", pese a lo cual la forzaba a mantener relaciones sexuales aunque ella se negase porque "no le apetecía tener sexo en esas circunstancias", añade la sentencia.

Las últimas violaciones ocurrieron cuando el procesado llevaba un año sin hablar a su esposa y la forzó tres noches consecutivas, en las que la víctima "no quiso gritar porque le daba vergüenza que sus hijos se enteraran de lo que estaba pasando".

En el juicio, el acusado negó los hechos y aportó un informe médico sobre los problemas de impotencia que padecía, pero el Tribunal Supremo responde que ningún peritaje "contradice el hecho básico de la agresión sexual".

El acusado refirió que padecía dificultades para la erección, pero "ni el médico comprobó tal cosa, ni le recetó nada para ello, y en el juicio aclaró que, en la hipótesis de ser cierta esa dificultad, ello no impide la posibilidad de tener erecciones", recoge el Supremo.