La Sección Segunda de la Audiencia tinerfeña concluyó ayer el juicio contra un hombre, residente en Icod de los Vinos, acusado de un delito continuado de abusos sexuales en la persona de su hija menor de edad en 2001, durante siete años -desde que ella tenía 10 años-, llegando a dejarla embarazada.

El Ministerio Fiscal solicita 15 años de prisión, la prohibición de acercarse y/o comunicarse a la víctima durante diez años, así como al pago de una indemnización de 60.000 euros por los daños morales causados. El detallado informe de la fiscal calificó el hecho como "algo repugnante".

Asimismo, la acusación particular solicita 18 años de cárcel por el mismo delito, así como que la medida de prohibición de acercamiento se amplíe a 15 años y la indemnización se cifre en 90.000 euros. La defensa, por su parte, solicita la absolución al considerar que el acusado declaró que "las relaciones sexuales que mantuvo con su hija fueron consentidas", aunque los peritos del Instituto de Toxicología confirmaron que analizaron las servilletas aportadas por la Guardia Civil encontradas en un sendero donde el acusado llevaba a su hija para mantener acceso carnal completo con ella al menos tres veces a la semana y con la excusa de acudir a un centro comercial de La Orotava.

Los referidos expertos aseguraron que el análisis de ADN realizado al embrión confirma en un 99,9% que la víctima estaba embarazada del acusado.

Según el escrito del fiscal, el procesado abusó durante siete años de su hija menor en su casa y en el asiento trasero del coche, confirmando las pruebas biológicas encontradas que el semen era del acusado.

El motivo por el que la menor no había denunciado el hecho a las autoridades era que no quería hacerle daño a su madre, según se dijo en la Sala. Durante las declaraciones de los testigos se atisbaron dos bandos. Por un lado, la esposa, la otra hija del procesado y la prima hermana de la esposa que aseguraron que la moral de la menor era algo dudosa y que mentía por motivos económicos.

Por otro lado, las amigas, la directora y compañeras de la academia de peluquería donde estudiaba la menor a las que relató que estaba embarazada de su padre y que la "había violado" desde que era pequeña, que creyeron en su testimonio cuando denunció el hecho. Asimismo, algunas de estas testigos presenciaron cómo el inculpado acudía a la academia en la hora del desayuno para "vigilar" a su hija, la cual, según manifestaron las acusaciones, tenía miedo de su padre.