La congresista estadounidense Gabrielle Giffords, que recibió un disparo en la cabeza el sábado en Tucson (Arizona), continúa estable y cada vez es más consciente de los estímulos, informaron hoy fuentes médicas.

Los doctores "han disminuido la cantidad de sedante" que aplican a la congresista, con lo que ésta se muestra "cada vez más receptiva", explicó en una conferencia de prensa el jefe de los servicios de emergencia del Centro Médico de la Universidad de Tucson, Peter Rhee.

"Gabrielle está evolucionando como estaba previsto. Las cosas a partir de este punto pueden ir muy despacio, y también pueden ir a peor muy bruscamente. Pero hasta ahora no ha ocurrido ninguna de las involuciones posibles, y eso es algo muy positivo", consideró Rhee.

La congresista, que continúa conectada a un tubo de respiración para evitar infecciones, se recupera en el mismo hospital que otros cinco heridos en el ataque, de los que dos se encuentran graves y tres leves, según el doctor.

Familiares de uno de los heridos, el asesor de Giffords Ron Barber, de 65 años y quien se encontraba muy cerca de la congresista cuando recibió los disparos, compareció también junto al médico para hablar de su evolución.

Jenny Douglas explicó que su padre se ha recuperado "muy bien" de la cirugía a la que fue sometido el domingo y que su familia espera que reciba el alta mañana, jueves.

Barber, que recibió balazos en la mejilla y la ingle, recuerda todo lo ocurrido "muy claramente" y se encuentra "muy apenado" por la muerte de su compañero en el equipo de la congresista Gabriel Zimmerman y de su amigo el juez federal John M. Roll, afirmó su hija.

"Mi padre ha trabajado en el sector público durante al menos 40 años. Después de retirarse, en 2006, empezó a colaborar con Gabby porque, como ella, creía en hacer lo mejor por la gente de su comunidad. Él ha tocado muchas vidas y ahora estamos recibiendo el afecto de esas personas", dijo Douglas.

Igual que el joven Daniel Hernández ayudó a salvar la vida de Giffords al poner presión en su herida inmediatamente después del disparo, Barber también tuvo su heroína personal: Anna Ballis, una desconocida que se acercó al acto de Giffords al concluir su compra en el supermercado.

"Le estamos eternamente agradecidos y Ron espera poder reunirse con ella en los próximos días", dijo Jason Blake, otro de sus familiares.

En una entrevista publicada hoy en el diario "Arizona Daily Star", Ballis, una administrativa de 54 años con conocimientos de primeros auxilios, explica que cuando se originó el tiroteo sólo pensó en "ayudar a quien estuviera más cerca, y era Ron".