Agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional de Perú han detenido a 25 personas acusadas de pertenecer a una red dedicada al tráfico de cocaína entre Perú y España. Los arrestos se han llevado a cabo en Barcelona, Las Palmas, Madrid y Perú y se han intervenido 65.000 euros, según ha informado el Ministerio del Interior.

Concretamente, se han detenido en España a diecinueve personas, entre ellas doce españoles, cinco dominicanos y dos venezolanos, y en Perú a cuatro peruanos, un mexicano y un venezolano a los que se le han incautado más de cinco kilos de cocaína para su traslado a España.

De este modo, en el marco de la operación denominada Palmero se han intervenido en España 20 kilos de cocaína, 65.000 euros, tres pistolas de munición, diverso material de laboratorio, documentos de identidad falsificados y documentación relacionada con la investigación. Asimismo, en Perú se han incautado 5,275 kilos de cocaína, dos pistolas así como papeles que hacían referencia a la investigación.

Las investigaciones se iniciaron cuando el Equipo Contra el Crimen Organizado (ECO) de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil con sede en las Palmas tuvo conocimiento de la existencia de una organización de narcotraficantes que estaba introduciendo en las Islas Canarias partidas de cocaína que previamente había sido trasladada desde Perú a España utilizando los aeropuertos de Madrid-Barajas y Gran Canaria.

Tras las primeras averiguaciones se pudo saber que dicha organización utilizaba dos maneras distintas para la instrucción de la droga en España. Una consistía en ocultar la droga en el interior del organismo (estómago o vagina) y transporte del estupefaciente, modalidad conocida como "mula".

Otro de los procedimientos que utilizaban era embarcar en el país de origen la droga oculta en equipajes de mano, preparada en fajas elaboradas artesanalmente. Una vez que el avión aterrizaba en el aeropuerto de Madrid-Barajas, dos empleados de una empresa de servicios de atención a disminuidos físicos, pertenecientes a la organización, aprovechaban su acceso al avión para adosarse las fajas al cuerpo y sacarlas del recinto aeroportuario utilizando diversas puertas por las que tenían acceso libre.

Tras sacar la droga fuera de recinto aeroportuario, la entregaban a otros miembros de la organización que se encargaban de hacerla llegar a los cabecillas de la red en Barcelona, que a su vez la trasladaban a un piso de la ciudad condal que utilizaban como laboratorio, donde se procedía a su corte y adulteración, multiplicando de esta manera considerablemente su cantidad. Este inmueble se utilizaba también como piso de seguridad, para custodia del dinero obtenido con el tráfico de drogas y de las armas de fuego de la red.