Ayer comenzó en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial un juicio con jurado que deberá deliberar sobre la culpabilidad o no de Juan Carlos L.P., al que el Ministerio Fiscal acusa de un delito de homicidio con las atenuantes de estado de embriaguez y de dependencia a sustancias estupefacientes y para el que solicita una pena de 12 años de prisión y una indemnización de 300.000 euros para los familiares del fallecido el día 5 de diciembre de 2008, en Santa Cruz de Tenerife.

La defensa solicita la absolución al considerar que el acusado no participó en la muerte de la víctima.

Según el fiscal, el acusado mantenía una relación de amistad desde hacía dos meses con la víctima, la cual le invitó a vivir en su casa pagando 200 euros de alquiler. El día 5 de enero de 2008 los dos hombres se encontraban en la vivienda después de haber comprado varias botellas de bebidas alcohólicas y, sin que conste discusión previa, sobre las cuatro de la madrugada, el procesado supuestamente le propinó a la víctima un fuerte golpe en la cabeza en la región frontal izquierda con una botella de cristal.

A consecuencia del impacto resultó con traumatismo craneoencefálico en la región fronto- parietal que le produjo una herida que le ocasionó una hemorragia externa, la cual desembocó en un shock hipovolémico incompatible con la vida.

Cuando ocurrieron los hechos el acusado padecía una dependencia al alcohol grave y consumía cocaína y heroína, además de tener un trastorno de la personalidad.

En el turno de palabra del acusado, este aseguró: "Conocí a Lázaro dos meses antes y como yo estaba en paro y sólo cobraba 418 euros, él -refiriéndose al fallecido- me dijo que me fuera a su casa y que le diera 200 euros de alquiler. Era el cuarto día que me quedaba en esa casa. Habíamos bebido chinchón, vino, cerveza y sidra. Como mínimo me bebía diariamente un litro de vino. No es cierto que yo le diera un botellazo. Esa noche, a las cuatro él se levantó y fue a llevarle un benjamín a la vecina Isabel y cuando regresó ya tenía la brecha".

El procesado dijo que intentó ayudarlo, pero que el herido se negó a llamar a emergencias diciendo que "esto se me quita". "Cuando me levanté estaba cambiado de ropa en el pasillo con una bolsa debajo de la cabeza y junto a él había un libro titulado La muñeca asesina. Me marché y cuando volví fue a casa de Isabel y me quedé allí porque había mucha policía. Yo no limpié la sangre ni de la botella ni de la pared. Él me cogió del pantalón y me dijo que fue Isabel y después me dijo que se había caído al suelo".

A las preguntas de si limpió la casa de restos de sangre, aseguró que "si voy a limpiar, lo limpio todo, pero yo no hice nada. Yo siento mucho la pérdida de mi amigo Lázaro". Al parecer Isabel había estado dentro de la casa de los dos hombres, donde bebió sidra y pidió 20 euros que le faltaban para la luz.