El estado de salud de la congresista Gabrielle Giffords, tiroteada el pasado sábado en la cabeza, no ha "registrado cambios", algo que "es una buena cosa", informó hoy Michael Lemole, jefe de neurocirugía del centro médico de Tucson.

Lemole recalcó a los medios locales que la no existencia de cambios "es, por frustrante que pudiera parecer, una buena cosa", al comentar los resultados del escáner.

El doctor confirmó que la congresista, de 40 años, había intentado quitarse el tubo de respiración, un esfuerzo que calificó de positivo.

"El hecho de que ella sea capaz de registrar esa incomodidad y reaccionar, significa que su cerebro funciona a un mayor nivel", explicó el neurocirujano.

No obstante, Lemole indicó que Giffords todavía tiene riesgo de infección e inflamación en el cerebro.

Por otra parte, vecinos revelaron que los padres de Jared Loughner, el detenido por sospechoso de ser el autor del tiroteo de Arizona, están "destrozados" por la acción de su hijo y su madre, desde el sábado, "no hace más que llorar en la cama".

Wayne Smith, vecino de 70 años de los Loughner, dijo a una cadena de televisión local que los padres del joven no hacen más que preguntarse "en qué hemos fallado" y, aunque les dicen que no han hecho nada mal, "que le enseñaron qué está bien y qué no, está claro que no se tiene el control de cómo van a funcionar".

Jared Loughner, de 22 años y que ayer compareció por primera vez ante un juez, está acusado del asesinato de 6 personas y de herir a otras 14, entre ellas a Giffords, al disparar indiscriminadamente en un acto público de la congresista en Tucson, en Arizona.