De tal Pedro, tal Paolo. Padre e hijo comparten una misma pasión: la cocina. El progenitor, Pedro Nel Restrepo (Medellín, Colombia, 1967) es un viejo conocido en la plaza santacrucera por su labor en restaurantes como El Covacho de Pedro y, ahora, oficiando en el Etéreo by Pedro Nel, en la calle San Antonio.

Su hijo Paolo vio la luz en la Isla allá por el mes de febrero de 2003. "Desde siempre me nació meterme en la cocina para echarle una mano a mi padre", dice. Y, claro, movido por la curiosidad terminó cautivado en el mundo de los fogones. De ahí, unos hervores hasta ir conociendo los procesos de elaboración de los platos. "Y fui, sobre todo, aprendiendo sobre técnicas, porque mi padre siempre me ha insistido en la importancia de leer", explica.

Pedro, por su parte, sostiene que de su hijo ha aprendido a "tener paciencia". Recuerda cuando siendo pequeño entraba a la cocina y cómo lo reprendía por levantarle la voz al personal. "Esa lección me vino muy bien", afirma el padre. "Te ayuda a descubrir los talentos, porque a veces crees que sólo tú eres el que sabe".

Cuando retornaron a Colombia, Paolo le comentó a su padre que le hacía mucha ilusión participar en el programa Masterchef Junior que se estaba programando en el país americano. "Envió un vídeo y fue seleccionado entre los quince finalistas", comenta su progenitor, que se llevó la gran sorpresa de que, sin él haberle enseñado prácticamente nada, el chico se desenvolvía a las mil maravillas.

Cuando salió eliminado, varios restauradores lo recibieron en sus cocinas, y tuvo la oportunidad de conocer al chef Diego Aveiro y a Sebastián Ramírez, del hotel San Fernando Plaza, ambos en la ciudad de Medellín.

Ya de vuelta a la Isla, Paolo realizó un máster de cocina al vacío en la prestigiosa escuela de Tony Botella, en Badalona, y ahora, con dieciséis años es un ejemplo de esa generación que viene empujando con fuerza, cargada de iniciativas y con un puñado de propuestas nuevas.

A Paolo lo vuelven loco los raviolis rellenos de espinacas con salsa de queso azul y se deshace con el magret de pato con salsa de mango de su padre. "No le cambiaría un plato de la carta".

Entre sus habilidades, el padre destaca el cuidado con el tema de la repostería. A su edad, recita los cinco tipos de merengues que hay y da un repaso a las salsas

"Los macarrones franceses, que son muy difíciles de hacer, los borda. El talento existe", asegura Pedro, mientras se le cae la baba. "Pero, sobre todo, sabe comer y entiende los sabores y la técnica: sabe apreciar el arte de la buena mesa", y el cariño.